Siempre había pensado que El Corte Inglés trataba muy bien a sus clientes y eso era un lujo si se piensa en cualquier inconveniente que pueda surgir con las compras que realizas. Ahora empiezo a dudarlo.
Me gustan las camisas de chorreras y jaretas así que cuando vi aquella me encapriché. Me sentaba fenomenal, sin embargo cogí otra porque la que me había probado tenía una mancha de pintalabios. Quedó en el armario y allí había permanecido durante un tiempo, como un par de semanas.
Aquél día iba a un sitio especial y al ponérmela noté algo raro. Al mirarme en el espejo me di cuenta de que una manga era más larga que la otra. - ¡No me lo puedo creer!, pensé.
Cuando llegué a El Corte Inglés, me atendió una dependienta de maniquí, de unos sesenta años, rubia platino, con un pelo perfecto de peluquería con un estilo a lo Napoleón poco favorecedor, como diría una amiga, y labios rojo subido.
Le conté el problema y me miró incrédula, como se mira a quien aparece diciendo que le han vendido una camisa con mangas de diferentes largos. Sin mediar palabra cogió las dos mangas por los hombros y dijo:
-Mira, iguales.
-¿Me la pongo? contesté.
Sin replicar cogió de nuevo las mangas, en este caso desde la sisa, y volvió a repetir:
-Iguales.
-¿Quieres que me la ponga?, insistí.
A estas alturas me esforzaba por mantener la calma porque lo que se deducía de aquello era o bien que yo tenía un brazo más largo que otro y todas las camisas que me había comprado en mi vida tenían, casualmente, una manga más larga que otra y por eso me quedaban a la perfección, o bien se estaba quedando conmigo por todo lo alto. ¿Creerá que me voy a llevar la camisa de vuelta a casa tal cual? ¿qué consigue con este numerito? ¿pues no era que el cliente siempre tiene razón?, pensaba yo.
Como era una tela que se adaptaba al cuerpo y, por lo tanto, fácilmente manipulable, en esta ocasión fui yo quien cogió las dos mangas por los hombros y acercándolas hacia ella le dije:
-Mira, tres centímetros de diferencia, ¿me la pruebo ya?
Un buen corte de mangas para mí... y otro para ti, pensé.
Con el Sacrosanto Corte Inglés hemos topado, Angie.
ResponderEliminarAntes de la crisis a lo mejor "El cliente siempre tenía razón" ahora por lo que veo la tiene el empresario, el banco...
Ya sabes que siempre hay quien hace de mangas, capirotes...
Un beso, guapa.
Estoy traduciendo (en mi cuaderno)lo del corte al inglés.
ResponderEliminarPero,bueno,¿qué pasó al final? ¿Te la probaste, no te la probaste, te la cambiaron, o te quedaste con esa ganga de manga con tres centímetro más y por el mismo precio?
http://www.youtube.com/watch?v=hCpTd5p9jXA
ResponderEliminar:)
Un consejo Angie, la próxima presta atención y mira bien los detalles, no sea que en la reunión de Tupper Sex te encapriches con uno de esos artilugios defectuosos...porque no quiero pensar en la demostración. Pero si pasara, me lo contás, eh.
ResponderEliminarBesitos
Yo soy fiel al Corte Inglés. Es donde mejor me sienta lo que me compro y además he tenido varias experiencias de cambios que me han animado a seguir yendo allí a comprarme la ropa. La última fue en mi cumpleaños (a finales de Octubre). Mi suegra me regaló una "cosa" (no sé explicar muy bien qué era... una especie de bambo en color azulón de manga corta y ombligo al aire - de pleno verano, vaya, porque además, no se cortó un pelo y me dió el ticket regalo de Agosto - plenas rebajas). Fui a descambiarlo en Noviembre y no me pusieron ninguna pega. Sólo me dijeron: Y cómo has tardado tanto en venir a cambiarlo?? Y yo les dije: Es que justo ayer me lo regaló mi suegra... Y oye, igual se sintió identificada la mujer, porque me devolvío el dinero sin rechistar...
ResponderEliminarPero sí es cierto que a veces topas con gente que parece accionista de la tienda y que da mil vueltas antes de devolverte el dinero y porque no les queda más remedio, porque eso es precisamente lo que "venden" en la publicidad....
Y al final qué pasó??? Supongo que terminarían accediendo, no??
Dinoslo pronto porque Vita y yo nos estamos mordiendo las uñas :D
Un beso
Ya lo ves, Cristal, lo bueno de El Corte Inglés es que te lo pone fácil en el sentido de que encuentras de todo. Lo que no hay forma de entender es la actitud de algunas personas, aunque son las menos.
ResponderEliminarBesos.
Vitamorte, ¿te ha salido la traducción de lo del corte al inglés? creía que habías cambiado el cuaderno por un pen-drive, aunque yo te aconsejo que sigas con el cuaderno así no hay riesgos de coger virus o dañar el disco duro.
Por supuesto me probé la camisa, yo quería la camisa. Vinieron dos a ver la manga y era evidente, una llegaba hasta la muñeca y la otra hasta los nudillos. Tomaron nota del arreglo y estuvo lista 5 días después.
Bienvenido, Pirata de los Mil Mares, me alegra que navegando navegando hayas llegado a este blogpuerto, tómate un té o lo que quieras.
Gila era un regalo de humor, al de las gafas sí que se lo vendieron bien, no todo el mundo vale para todo.
Gracias.
Claro, Mara, si en el fondo lo que hice mal fue probarme una y llevarme otra. Moraleja: llévate lo que te pruebes. No me puedo imaginar en el caso del Tupper Sex. A ver qué explicación das si vuelves con el artefacto…
ResponderEliminarBesos.
Novicia, normalmente no he encontrado pegas. Lo que me molesta cuando las hay es el viajecito para acá y para allá. Esta no es la primera vez que tengo problemas con un arreglo. El año pasado fue con el bajo de unos pantalones de vestir. Le dije que no los dejara tan largos porque ya me había pasado que al final la modista le da un poco más y arrastran. No, no, dijo. Cuando fui a por ellos arrastraban un centímetro y la cuestión, decía, era que me los había probado con otros zapatos. Le sugerí que para no poner en cuestión a los clientes fotografiaran el pantalón con alfileres y zapato. Cuando fui a por ellos, esta vez estaban cortos. Los arreglé yo en casa.
Ya has visto más arriba que al final todo bien. Tuve mi camisa. Ya puedes dejar de morderte las uñas.
Besos. Por cierto, tienes una suegra superprevisora.
Me falta la otra versión para opinar con criterio. Esta entrada tendría que estar ilustrada con una foto de la camisa en cuestión.
ResponderEliminarCompadezco a las dependientas de la sección de ropa de mujeres...Si yo te contara...
Tratas de ganar nuestra adhesión, pero albergo mis dudas...
Agradezco la corrección que me has hecho en la bitácora del Dr. Krapp.
Besitos de un modesto accionista de El Corte Inglés (es broma...) Lo de los besitos va en serio, ¿eh?
¿Acaso te atreves a desmentir a una veterana vendedora del Corte con sus miles de trienios a cuesta??
ResponderEliminarNo son listas ellas ni nada. Lo que pasa es que ven venir a un@ compradora borde a km. de distancia. Con las camisas que llevan ellas despachadas, se podría cubrir el país entero de tela y evitar que se inunden las hortalizas como está ocurriendo en estos días.
Seguro que la miraste mal y le cogiste ojeriza a la camisa. Vuélvetela a probar una vez más o inténtalo en la Corporación Dermoestética, no vaya a ser que tu cuerpo no esté a la altura de la prenda :))
¿Pero qué tienes que contar tú de la sección de ropa de señoras, Luis Antonio? Si quieres te presento a la antipática.
ResponderEliminarLa camisa me la pongo en la primera quedada bloguera, si es época de manga larga, claro.
Besos, guapo.
Dr. Krapp, prefiero llevar una manga más larga que otra antes de arreglarme yo en Corporación Dermoestética, eso no es como la peluquería, que se arregla con el tiempo.
Insisto, me tocó la borde, mucho más majo el del lavavajillas y sus historias de Nochevieja. ¡No hay color!.