Agosto de 2010. El calor de los últimos días había hecho el aire irrespirable. Me coloqué la pinza en el pelo y me dispuse a poner un poco de orden en aquella casa. Me gusta volver a aquella paz de olores: a aire de pino, a tierra de caminos. El día se había levantado mohíno y caprichoso, ahora nubes, ahora lluvia, ahora sol... Un día de bochorno veraniego solo medianamente sofocado por breves chaparrones que hacían que el suelo desprendiera un calor húmedo, creando una atmósfera aún más pesada y densa.
La naturaleza -tan repetitiva- y sus fragancias, tan intensamente constantes, me hicieron evocar ciertos días de verano de mi adolescencia. Los días de tormenta tenían un talante especial, nos alborotaban y alteraban la rutina de baños, juegos y pasatiempos. Así, paseábamos, subíamos al monte, escuchabamos y compartíamos la música que nos gustaba y, sobre todo, hablábamos formando un corro.
Me hallaba sumida en esos pensamientos cuando comenzó una fuerte lluvia. Los pequeños grupos que habitualmente se forman alrededor de la piscina desparecieron en un santiamén. Sillas, toallas y cestos con mil cosas fueron tomados con la celeridad que imponía la fuerza del agua al caer. Había prisa por alcanzar un lugar cubierto, como si quedarse bajo la lluvia fuera algo atípico o quebrantara alguna norma. Contemplaba ese espectáculo mientras tendía la colada en la terraza, donde gotas completamente llenas alcanzaban el interior y, sin miramientos, se estampaban atrevidas contra la ropa tendida y contra mi piel. Me quede quieta un momento, sin reaccionar. Respiré y saboreé el olor a tierra mojada, tan arrebatadora a los sentidos. El lugar había quedado desierto. De repente quise estar allí fuera, sola, no me lo quería perder. Me sentí tentada de saltar la barandilla, como tantas veces había hecho, como tantas veces había visto hacer. Era tan fácil, un pie en una tabla, media vuelta, otro pie en la otra, un salto por encima de las hortensias y listo. Me reprimí, saldría caminando.
No había nadie cuando llegué. Los árboles y el césped lucían un verde vivo y luminoso, decorado aún por transparentes gotas de lluvia, reacias a desaparecer. El sol asomaba otra vez. El tiempo se había parado. Deprisa, solté los trastos, me quité la ropa y me lancé al agua. Me quedé dentro un buen rato hasta que percibí que el frío comenzaba a romper el hechizo. Salí sonriendo. Mientras caminaba hacia la toalla anticipaba esos primeros instantes tras el baño, cuando el frío y el calor se confunden en una mezcla armónica de sensaciones, cuando el sol tiende su cálido velo sobre la piel, cuando se respira un silencio sin intrusiones...
La lluvia y la tormenta en verano...no sé siempre nos deja algo diferente a las borrascas del otoño...¿verdad?
ResponderEliminarBye
Besos
Preciosa descripción. Este estilo me encanta. Tengo curiosidad por conocer el nombre de ese lugar donde se "respira un silencio sin intrusiones"...
ResponderEliminarBesos, Angie
Aunque cuando llega mayo o junio estamos un poquito hartos ya de tanta lluvia, en pleno verano se agradecen muchísimo estas tormentas inesperadas que tan bien describes... Se refrescan el cuerpo y el alma, verdad?
ResponderEliminarA estas alturas de agosto yo particularmente estoy un poco cansada de la monotonía del calor, y anhelo el otoño y todo lo que nos trae consigo...
Afortunadamente, dentro de nada, llueve otra vez....
Un beso, Angi
Totalmente diferentes, Larra. Un chaparrón de verano es algo transitorio para más de lo mismo, hasta te puedes bañar. Las de otoño son más para pasear, la antesala de la época de frío, el toque de atención para recolocarse. ¿Sabes lo que mola también? Bañarse cuando está nevando.
ResponderEliminarUn beso.
Me alegra que te guste, Luis Antonio. Lo considero un cumplido.
El pueblecito está en la sierra de Gredos a unos 100 km de Madrid. Es mi pueblo adoptivo. La casa está justo en el valle, en la ladera de una montaña, por eso la comunicación allí es tan mala.
El silencio sin intrusiones se respira en cualquier parte, cada cual que busque el momento y lugar.
Besos.
Thanks for the song, Novicia, siempre me ha gustado esa canción; suena como las gotas de lluvia al caer.
Estoy contigo, si ya es tiempo de otoño, quiero otoño. No nos vendría mal una tormenta de verano hoy mismo. El tiempo está pegajoso de querer mandarlo a hacer puñetas.
Te dejo unos cariñitos.
Las intrusiones ese es el problema. La imposibilidad de poder disfrutar de las cosas que nos gustan sin rendir cuentas a nadie por eso esos momentos son los mejores. Es un texto hermoso.
ResponderEliminarque lindas imágenes, que linda sensación de libertad, hermoso, quizás la gente corría porque no quería pagar algún medicamento para la gripe.
ResponderEliminarodios y gracias por tu comentario!!!
Sabemos que siempre va a haber intrusiones, la brevedad de esos momentos en conexión con nosotros mismos es la que los hace únicos.Thank you, Dr. Krapp.
ResponderEliminarMatías, lo de la gripe y los odios me deja a cuadros. Es curioso que coincidas con el Dr. krapp en lo de hermoso.
Gracias.
Has sabido expresar maravillosamente un abanico de sensaciones que me han permitido conectar de manera instantánea con ese momento tuyo tan especial.
ResponderEliminarLas tormentas del verano con sus aromas a tierra mojada nos permiten cambiar las rutinas, son como un paréntesis necesario para aliviar los excesos del calor. Nada como la dulzura refrescante de esa lluvia.
Un beso, Angie.
bonito texto, sisi.
ResponderEliminarGracias, Cristal, me alegra que te haya gustado, creo que esos momentos merecen mucho la pena. También me encanta sentarme un rato en estos días grises, como el de hoy, con un poleo en la mano y trabajar tranquila. Lo que voy a hacer ahora mismito, vaya.
ResponderEliminarSiento la tardanza en contestar pero hago lo que puedo en esto de la vida bloguera. Ya hemos salido de la rutina veraniega para entrar en la del otoño.
Un beso, y gracias de nuevo.
Jordim, bienvenido. ¿Te has tomado un té? Gracias por pasar por aquí.
¿Dónde se ha metido Vitamorte? ¿Estará todavía con la luna?
Sabed que os leo. Besos. Os quiero.
otra, otra, otra, otra ]!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminar¿Estás bien, Angie? Te echo a faltar.
ResponderEliminarBesos, muchos.
Hola, Luis Antonio. Estoy bien pero liada con mis historias. Espero soltar cosas para diciembre. Además, este curso me estaban esperando en mi centro con muchas ganas. Me han colocado una tutoría de 1º ESO de muerte, la antítesis del último 1º ESO que tuve. La descripción de ese curso bien merecería una entrada. Pero ya lo llevamos muy bien, nos vamos entendiendo y tomando mutuo cariño, esto también respecto a sus padres y madres, que ya conozco a unos cuantos con lo poco que va de curso. En fin, a día de hoy ya sé que funcionará. Voy a empezar a dar un poco de aire al aula, que nos lo acaban de pintar. Tenemos un armario totalmente vacío (somos afortunados) y voy a empezar a llevar cosas, material didáctico y también de adorno. En los chinos venden unas bolas muy pequeñas que crecen mucho con el agua y son ideales para poner plantas, el miércoles las llevaré y las pondré en algún recipiente, de plástico, claro -el cristal ni mencionarlo- a ver si las bolas aguantan un día en su sitio sin que ninguno termine empapado.
ResponderEliminarQue me gusta que me eches en falta, pero ya ves cómo lo llevo. Os echo de menos pero sé que como me meta en blogs se me va el tiempo que no me entero y ahora tengo muy poquito.
Menudo rollo te he contado.
Te dejo besos y cariños a capricho.
Gracias por tu contestación, Angie. Me quedo tranquilo y te felicito por las ganas que le estás poniendo a la marcha del curso. Seguro que todo va bien.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo con el mejor de mis deseos para ti
Un saludo para Matías, que se me ha pasado sin querer. Lo siento, Matías. ¿No ves? Así no hay forma de hacer nada. Que si ahora me hago un poleo....que si ahora me como un trocito de bizcocho que hice ayer... (porque ayer también me aburría...) que si ahora me voy a andar un ratito.... mejor lo de andar lo dejo para mañana, mejor...ya me quedo QUIETA, sentada donde estoy. Sí, a ver si saco algo en claro en toda esta larga tarde... Cierro (hoy). Ya veremos mañana.
ResponderEliminarVengo sólo a dejarte un beso, Angie. Para que veas que no sólo me acuerdo de ti cuando te asomas.... :D
ResponderEliminarTómate un té, Novicia, que yo me estoy tomando otro. ¿Has venido con el hábito? Espero no enredarme con él al darte un abrazo. También besos en la cofia. Ahora voy a leer blogs antes de ponerme con la pila de exámenes que tengo delante.
ResponderEliminarThank you.