Me incluyo entre los que, no sé por qué, lamentaron la muerte de Steve Jobs. Sentí como que perdía algo. Se ha hablado mucho de él estos días, se le ha llamado gurú, visionario, se le ha reconocido su contribución a la tecnología de calidad y al trabajo bien hecho. Incluso se ha dicho que más que su inteligencia su valor residía en haber sabido rodearse de un grupo de gente cuya colaboración conjunta era lo que había conducido a hacer sus sueños realidad. Hay quien dice que sus formas no siempre fueron correctas hacia sus colaboradores y no dudaba en rechazar propuestas que ni se dignaba a considerar si no coincidían con lo que tenía en mente. Me asombró verle presentar un nuevo producto tan solo unos meses antes de su muerte con ese aspecto frágil al que la enfermedad le había llevado. Se mantuvo ahí hasta el final, supongo que, porque la ilusión por lo que hacía, era más fuerte que la enfermedad, porque no podía evitarlo.
Igual, precisamente, porque lamenté su muerte, cuando llegué a clase ese día, a mis alumnos de 1º de ESO, entre los que se encuentran futuros jueces, periodistas, pediatras, médicos, astronautas, antropólogos, actores y más, les mandé como deberes “to google Steve Jobs Stanford speech”, un discurso que alguien me recomendó escuchar hace tiempo porque sabía que me iba a gustar. Debían escuchar el discurso en inglés con subtítulos y seleccionar algo que él hubiera dicho que les hubiera llamado la atención para ponerlo en común en clase, debían apañarse para encontrar una cita breve y traerla en inglés.
Quizás una de las cosas que me atrae de Steve Jobs es su perseverancia inmutable hacia un objetivo, su capacidad de visualizar claramente su sueño hasta darle forma, por eso les mandé esos deberes a mis alumnos, porque conozco, en parte, sus sueños. Y también porque les gusta que les cuente cosas en inglés, porque se cansan, y porque, con toda sensatez, cuando les pregunté que qué esperaban de mí, una de sus respuestas fue “que les enseñara muchas cosas” y cuando les dije si querían pedirme algo, entre la variedad de respuestas encontré “pocos deberes” y “paciencia”.
Pero hay algo más, si sentí la muerte de Steve Jobs es porque me siento en deuda. En mis manos he tenido algo creado por él – el Ipad2- que me ha conducido a otro hombre a quien admiro mucho más: Michael S. Hart (1947-2011). Nos dejó en septiembre y, cosas de la vida, su muerte no ha tenido tanta trascendencia mediática pese a lo impresionante de su legado, que no se compra con dinero. Si Steve Jobs era capaz de crear la necesidad en el individuo – y futuro cliente- de poseer un nuevo producto a través de la funcionalidad, el diseño y la sofisticación hasta elevar a niveles excepcionales la competitividad de una empresa privada, el sueño de Michael S. Hart, filántropo creador del e-book y fundador del Proyecto Gutenberg, se propuso una meta alejada de cualquier planteamiento mercantilista, en concreto, hacer accesible a cualquiera que tenga un ordenador la ingente cantidad de libros de dominio público con el objetivo de que todo el mundo pudiera acceder a la cultura y el conocimiento de forma gratuita. La invención del e-book significaba algo más que la creación de un artefacto tecnológico, era un instrumento efectivo y eficiente para la distribución sin límites de la literatura, porque Hart sabía que la literatura y las ideas que en ella se expresan generan nuevas oportunidades.
No sólo llama la atención la dimensión del proyecto, que a día de hoy es muy vasto, sino también el funcionamiento interno que permite su crecimiento, día a día, libro a libro, en diferentes formatos, para que llegue a todos. La base fundamental es el espíritu colaborativo, que conforma una empresa de carácter altruista cuyo motor es la voluntariedad de sus participantes. Colaboración y organización hacen que el entramado funcione y se extienda. Por poner un ejemplo, a la hora de hacer un audio-book, se organiza por partes, como mínimo por capítulos, procurando que la misma persona lea, al menos, un capítulo entero, con el fin de evitar variaciones en la voz dentro del mismo libro. Se establecen plazos para el trabajo y cuando, por cualquier circunstancia, no se pueden cumplir, se comunica al coordinador, para que lo libere y pueda ser asumido por otra persona.
Abundan los estudiantes, cuya participación fluctúa dependiendo de la época del año. Ellos mismos muestran interés por determinado libro, e incluso algunos hacen auténticos trabajos de investigación, como buscar y seleccionar aquellos libros que se encuadran dentro de la misma temática. Se ve muy buena voluntad y sobre todo mucho entusiasmo. A mí misma me parece una idea muy atractiva.
Respecto a la vida de Hart, sus padres, ambos profesores de la Universidad de Illinois, siempre le animaron a buscar la verdad y a cuestionar la autoridad. Él siempre se jactó de ser una persona poco razonable. Una de sus citas favoritas, atribuida a Bernard Shaw, resume su enfoque sobre la vida:
“Reasonable people adapt themselves to the world. Unreasonable people attempt to adapt the world to themselves. All progress, therefore, depends on unreasonable people”
En julio de 2011 dijo que mucha gente todavía no es consciente de que los e-books son la primera cosa que podemos tener en la medida que queramos, aparte del aire.
Una cita dedicada a los que se dedicaban a poner la literatura a disposición de todo el mundo y en especial de los niños:
Learning is its own reward. Nothing I can say is better than that.
(Aprender es una recompense en sí misma. No puedo decir nada mejor)
Ambos, ellos, los dos, me gustan, me han aportado algo, los tengo presentes, a uno en el Ipad al otro en el e-book.
Próximos deberes para mis niños: Michael Hart.
http://www.gutenberg.org/wiki/Main_Page
Un post muy interesante y muy completo. Como he dicho en otro lugar estas personas han aportado belleza al mundo tal como puede hacer un artista o un músico. Desgraciadamente estamos imbuidos de cierta mentalidad romántica y retrógada que ensalza a los creadores convencionales de cultura y tiende a despreciar a los que nos proporcionan avances tecnológicos fundamentales en nuestras vidas. Más cuando algunos de ellos tienen la "tara" de ser empresarios y de haber desarrollado ellos mismos sus propios sueños. Como si los artistas convencionales no dependieran de la voluntad de terceros para desarrollar su creatividad.
ResponderEliminarEntre tu extraordinaria entrada, ahora, y el texto que me hizo llegar el Dr. Krapp, habéis conseguido convencerme de la relevancia de este personaje como pensador profundo y sabio. Nunca es tarde para aprender y reconsiderar apreciaciones frívolas expuestas sin apenas conocimiento de causa.
ResponderEliminarYa nos contarás cómo han ido las tareas que has encomendado a tus alumnos.
Para ti, un fuerte abrazo
P.D. También soy un adicto del iPad2...
No conocía a Mr. Hart, así que, lo primero, gracias por hacérmelo llegar. A mí Jobs, a pesar del alcance de sus inventos e ideas, no es un personaje que me llegara al corazón... No sé, yo le he visto siempre como un gran empresario, capaz de hacernos creer que necesitamos un montón de cosas (suyas) que podemos tener por un precio razonable... He leído sus discurso en mogollón de blogs y me parece una gran campaña de marketing... No sé. No me termina de convencer como ser humano.
ResponderEliminarSin embargo, por lo que dices de Hart, creo que desde una posición más humilde, su intención era muchísimo más altruista...
Un beso, Angie
Me parece muy oportuno ese trabajo que has mandado. Es que esto es historia viva. Historia que ellos están viviendo. Historia que a veces, de rápida que pasa, se nos va de las manos. Muy buen post.
ResponderEliminarUn beso.
A mucha gente nunca se le reconocerá su labor y pasará sin que se haya notado su presencia, Dr. Krapp. (Hace tanto que no escribo que se me olvida hasta cómo se pone la letra negrita)
ResponderEliminarLuis Antonio, cuando pongo estas tareas sacan el cuaderno rápido y todos quieren hablar a la vez. Es lo bueno que tienen estos pequeños, que todavía no se cortan un pelo, salvo excepciones. Tenemos una auxiliar de conversación y la tienen exprimida, no sabes lo que practican coen ella. El otro día le dijeron que era muy guapa. Y yo les dije ¿y yo?
Besos.
Novicia, yo también me quedo con Hart. De todas formas es una pena que se hayan ido tan jóvenes.
Muchos besos.
Miguel, algunos no sabían quién era Steve Jobs, pero otros sí. Les encanta variar, si no hablarn tanto.... claro que de qué me quejo, si la que más habla soy yo.
Besos.
Quien tubiera muchos profesores así, Angie, que enseñan cultura antes que contenido.
ResponderEliminar¡Qué alegría saber de ti, desastre!, pues hago lo que puedo cuando puedo. Hay días que voy con una idea y la dinámica de la clase me lleva a cualquier parte. La cuestión es que si ellos están con los ojos como platos, yo sigo por ahí, entonces es que voy bien.
ResponderEliminarEspero que hayas venido con fuerzas renovadas.
Un abrazo fuerte.