Oh my dear! ¡Qué vida ésta la del veraneante!: de la cama a la mesa y de la mesa a la playa; de la playa a la ducha… y a la mesa; de la mesa a la siesta. De la siesta a la playa y de la playa… vuelta a la ducha –¡qué monotonía! De la ducha al paseo, y del paseo... a la mesa. De la mesa a la cama y a descansar del ajetreo. ¡Y mañana vuelta a empezar! Oh dear me, creo que estoy en un círculo vicioso!
No escribo más, que ahora estoy en siesta y no me viene bien romper los hábitos bien adquiridos. Si esto es siesta, luego toca playa, ¿no?