Arena, arena,
arena clara,
al calor de tu túnica sinuosa
de ocres, mieles y plata,
se despiertan los sueños,
se libera el pensamiento,
vuela el alma.
Entre tu piel de caramelo
y el manto azul del cielo
me roza la brisa,
suave y serena,
respiro,
despierto al mar inmenso.
Al sonido del latir del mar
tomo impulso, me levanto, piso.
En la orilla,
olas desenredadas
se me acercan,
dibujan caminos,
cubriendo los guijarros
de cristalinas transparencias,
de burbujas desperezadas,
ligeras, sosegadas.
Juegos de niños,
cuna de traviesas aguas,
abrazo de mar y tierra,
me alejo para volver siempre
a tu vaivén esmeralda.