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viernes, 12 de diciembre de 2014

ESO es poesía

Sostenía la hoja de papel en la mano de forma ostensible. Aquello era una novedad así que no dije nada.  Mientras leyera con tanto interés daría un respiro a los compañeros sentados delante y detrás de él, y a mí también, dicho sea de paso. Al cabo de un rato me había olvidado de aquel papel pero volvió a adquirir protagonismo justo en la guardia que tuve con ellos en la hora siguiente. Les di el trabajo que tenían que hacer y  saqué un taco de exámenes que había llevado para corregir. Acababa de empezar cuando Alejandro se acercó a mí. Alejandro es un chico inquieto, atento a lo que pasa a su alrededor y en el meollo de los asuntos cuando los hay y, ese día, lo había.  Es resultón, tiene unos espabilados ojos verdes que miran la vida con curiosidad y una raya haciendo eses le divide el pelo mojado y repeinado en dos partes desiguales. Las pecas dicen todo lo demás.

Como decía, se acercó a mí mostrándome algo que llevaba en la mano. ¿Quieres leerlo?, lo he escrito yo. Lo cogí y, mientras lo desdoblaba  -el papel que leía su compañero en clase, me dije- todas las miradas se dirigieron hacia mí. Comencé a leer. Léelo en alto, dijo alguien, lee un poco. Dejé el papel boca abajo encima de la mesa y seguí con mis correcciones. No había mirado ni un par de ejercicios cuando volví a coger el papel. ¿De verdad lo has escrito tú? Sí, claro. ¿Desde cuándo escribes? Desde hace mucho. Volví  a soltar el papel y a enfrascarme en el siguiente ejercicio. Al momento volví a la carga. Tengo que reconocer, dije, que si has sido capaz de escribir este texto, igual podrías hacer poesía sobre el amarillo de los limones o sobre las conchas de los caracoles. Me gusta la poesía, dijo. Miré de nuevo aquel papel: ¿quién es Dulcinea? No sé, son cosas que me suenan. ¿Y Martín Artajo? Yo qué sé, me sale así, de dentro. Carcajada. Por eso aprecio lo que has escrito, porque te sale de dentro. Carcajada. Ve a Conserjería a que te hagan una copia, que lo quiero leer luego más tranquilamente. Y como veo que tienes talento te encargo que escribas otra poesía y me la enseñes.

Al día siguiente al pasar por su lado le pregunté ¿cómo va esa inspiración, has escrito ya alguna otra poesía? No, todavía no, lleva tiempo. Pues ya puedes espabilar porque el talento hay que cultivarlo, si no, se pierde. ¿Y te llevaste la poesía a tu casa?, me preguntó.  Sí, claro, no huele. Risas.

Yo en principio me lo creo todo, pero Sangoogle sabe mucho, y Alejandro va a ser poeta porque lo digo yo.

miércoles, 3 de julio de 2013

Pensaba

Pensaba el otro día en la relación que se establece con los alumnos, esa relación que nace de la nada y se dirige a la nada pero que mientras existe sirve de algo a ambas partes, o eso creo yo. Esa relación impuesta donde es difícil  permanecer cerca manteniendo al tiempo la lejanía justa.  Todo un camino empedrado  de vivencias antes de llegar al entendimiento,  al respeto, que frecuentemente se halla entretenido entre miradas tras los cristales  y otras desatenciones de adolescencia.  Esa relación que acaba convirtiéndose en algo incomprensiblemente cálido en muchos casos tras la incógnita inicial,  tras el no saber qué será, pero que al final, sin saber exactamente qué es, es. 

Pensaba el día de la entrega de notas que el grupo que allí estaba, esperando esa hoja amarilla llena de incógnitas dispuestas una debajo de la otra aún bajo mi custodia, tenía mucho mérito. Ellos habían sobrevivido a la masificación, a la indisciplina, al bajo nivel académico, a sus problemas personales... Allí estábamos. Ellos esperaban sus notas, ¿y yo?

Yo podría decir tantas cosas sobre ellos... Lo que yo esperaba no tiene traducción numérica al papel.  Los miré durante un lapso más largo de lo habitual intentando captar en ese instante si había llegado a conectar con aquel grupo lo suficiente como para que ambas partes quisiéramos seguir recorriendo juntos un trecho más de camino. No me quedó claro. Ya llegará septiembre.

viernes, 25 de enero de 2013

Friday


Hoy ha sido uno de esos días en que si me dijeran que hiciera un balance diría que ha sido muy positivo. A pesar del largo listado de cosas que hacer y de los quebraderos de cabeza y los malos sueños que me han dado alguno asuntos de mi tutoría, hoy tenía las cosas muy claras. Probablemente haya sido eso lo que ha hecho que todo fluyera y las cosas se fueran colocando solas. Por eso he llegado a la última hora de clase, mi tutoría, todavía llena de vitalidad. Curiosamente hoy, viernes y a última hora, estaban casi todos en clase. He preguntado quién ha hecho los deberes y quién no, y tengo que decir que les honra su sinceridad, no me engaña ni uno... o no se arriesgan a que los pille. Lo siento pero es parte de la nota, yo trabajo, ellos también.

Es un curso un poco complicado porque hay días que es difícil alcanzar un nivel de implicación en que prevalezca la cordialidad y en lugar de ser profesora más bien parezco un guardia. Sin embargo, poco a poco las cosas han ido cambiando. Lo sé porque el otro día me sorprendí diciéndoles que haríamos un trabajo, que el mural de la pared está vacío. Precisamente este curso que tengo mi aula las paredes están más vacías que nunca.

Hoy, a pesar de ser viernes y arrastrar el peso de la semana me sentía ligera, el chip lo tenía en el inglés sin interferencias y estaba deseando terminar el rollo de la traducción que les había mandado para empezar con un  Powerpoint y hacerles hablar.

Hay que ver el provecho que se puede sacar de una diapositiva de Power Point, una sola, pues había preparado varias. A veces tengo un rollo que ni yo misma me reconozco. Una foto de Pedro y María, tal cual, y cuatro datos: nacidos en Cambridge, profesores de X e Y, les he puesto a casarse este verano, más tarde se han comprado una casa en París y con una prole de cinco hijos en diferentes fechas. Se trasladan a Nueva York, se separan y vuelven a Cambridge. Hemos construido la historia a base de preguntas y más preguntas hasta que he empezado a oír movimiento de mochilas  y sintiéndolo mucho por los que ya habían recogido les he dicho que para la siguiente clase tenían que escribir la historia que habíamos construido.

Total, para ser viernes, no ha estado nada mal, hoy han hablado mucho, pero en inglés.

miércoles, 4 de julio de 2012

Glogging


(Glog de la red)

  • Profe, toma, por si quieres verlo, ayer me hice otro glog y ya tengo alrededor de 1300 visitas.
Allí estaba en la puerta de la clase, esperando nervioso a que me acercara. Incrédula y desconcertada agarré el papelito recortado de la página web que me tendía y lo miré.
  • Venga ya, Iván, tendrás como mucho unas 10 visitas, las veces que hemos entrado y salido nosotros para hacer el trabajo.
  • ¡Que no, que no, profe, que he hecho otro glog por mi cuenta y tengo todas esas visitas, es verdad, puedes comprobarlo! Bueno, yo igual he entrado 18 veces, no más.
  • Pero vamos a ver, ¡cómo te van a visitar mil y pico personas de ayer a hoy!
  • ¡Que sí, que sí, profe, que yo te digo las cosas y a veces no me crees!
Claro, a veces era difícil creerle, como cuando en Navidades no llegó su trabajo porque se le había incendiado en el fregadero al darle la terminación de pergamino. Que lo terminó con prisas esa misma mañana y no salió adelante, me explicó. Si no me crees, que te lo diga Andrea, que ha sido testigo. Y Andrea asintió de aquella forma que no dejaba lugar a la duda: enterito se ha quemado. Tampoco por Semana Santa, cuando tenían que traer un huevo vacío para decorar un Easter Egg, supo solucionarlo. Les di instrucciones de cómo vaciarlo. Podría haber sido un huevo duro pero los íbamos a dejar en clase y si no los vaciábamos aquello acabaría oliendo... En casa de Iván comieron tortilla pero el huevo no llego, aquello tampoco cuajó.
  • Mira que puede ser el código de profe, que creo que era un mil y pico.
  • ¡Qué va, qué va! ¡Ni hablar! Lo sabré yo! ¡Que es uno nuevo que me he hecho por mi cuenta!, dijo echando un paso atrás y negando con cabeza y mano.
  •  Digas lo que digas, es imposible que hayas tenido mil y pico visitas en un día. ¿Me quieres explicar cómo?
  •  Muy fácil: lo he promocionado en Facebook, lo he tuiteado por la red y ahora tengo mil trescientas y pico visitas, lo creas o no.
Se le veía orgulloso, feliz, contento, era consciente tanto de lo que hacía bien como de lo que hacía mal, por eso me gustó que me esperara impaciente, a pesar de todas las broncas que se había llevado durante el curso, para contarme su logro. La verdad es que era expresividad en estado puro, cuántas veces su mirada me había aprobado y cuantas otras condenado cuando no le decía lo que quería oír. Todavía conservaba el candor de la inocencia del que habla sin censuras, aunque la vida ya había empezado a enseñarle que no siempre se puede decir en voz alta lo que uno piensa.

Nada más llegar a casa, dominada por la impaciencia y curiosidad saqué el papelito, escribí la dirección y pude comprobarlo:  allí estaba su blog sobre Adele con, efectivamente, ¡mil trescientas y pico visitas!

Y yo aquí, después de tres años, con 20 seguidores…..je, je.

Ha sido una experiencia muy enriquecedora. Un día les enseñé a utilizar la página, otro día les ayudé con el registro, busqué las mañas para que no tuvieran que poner su nombre ni ninguna dirección de correo electrónico y les dejé elegir un tema y trabajarlo en grupo. Después pusimos fecha para proyectarlos y exponerlos en inglés. Les ayudé lo que pude con el idioma aunque no pudimos librarnos de bastante copypaste. Y nos falló la presentación porque tienden a leer lo que está escrito. Nada achacable a ellos, eran primeritos, falta de preparación por mi parte. Debería habérselo medio organizado y estructurado pero me faltó tiempo. Una experiencia repetible y muy mejorable.

Un glog es un poster interactivo con múltiples posibilidades de diseño. Se puede incluir vídeo, texto, audio, es útil en cualquier materia y muy fácil de utilizar. Disfrutable 100% y muy recomendable.


(Lo había empezado hace días y ahí se había quedado. Ya está)

jueves, 1 de marzo de 2012

Patricia


Se llama Patricia y la conozco desde hace casi dos años. Cuando hoy he pasado lista y los alumnos me han dado mil explicaciones sobre su ausencia lo he entendido todo: ayer, sin que yo me enterara -porque a veces no me entero de nada- se había despedido de mí.

El día anterior, en cuanto me vio entrar en clase, se había acercado para decirme que ese día no quería ir con el grupo de la auxiliar de conversación. Nunca había puesto ninguna pega al respecto -de hecho les encanta a todos- así que, sin alcanzar a saber por qué, le dije que vale, que se quedara con nosotros, pese a que ya había hecho la actividad la semana anterior.

Teníamos lectura en la biblioteca, pero antes de empezar a leer, para que se engancharan a la historia, quise que se familiarizaran con los personajes y que vieran un breve vídeo en inglés. Patricia estuvo todo el tiempo ayudándome hasta que preparé todo. Todo normal, o anormal, porque visto en la distancia solo participó una vez, el resto del tiempo permaneció callada, algo inusual en ella.

Y es que Patricia es una niña gitana, bastante difícil, porque nadie le ha puesto límites, pero eso no quiere decir que no sea buena persona. Su futuro más inmediato es cumplir los 15 años para poder ser derivada a un PCPI, si hay plaza, y estudiar peluquería. Fui su tutora el curso pasado y, como ya la conocía y nos entendíamos bien, pedí que repitiera curso conmigo. Desde que empezó en el instituto ha cambiado mucho: de tener un montón de partes y ser una alumna absentista, habíamos pasado a tener muy poquitos - sólo con algún profesor y casi siempre el mismo- y habíamos alcanzado un pacto de no faltar a no ser que fuera de forma justificada. Lo estaba cumpliendo a rajatabla, ¡a rajatabla!

Hace un tiempo me dijo que se cambiaba de domicilio, que dejaba el centro, incluso la ayudé a cumplimentar algunos papeles. Como pasó el tiempo sin que volviera a mencionar nada no terminé de creerlo. Ayer, cuando terminó la clase me entregó una hoja de color azul y dijo: toma, para que te acuerdes de mí, y los demás también. Lo guardé en la carpeta y lo leí más tarde. Iba dirigido a sus compañeros. Con todas las faltas de ortografía del mundo les decía que los echaría de menos y que esperaba que ellos hubieran disfrutado al compartir muchos ratos con ella porque para ella así había sido. Supongo que para compensar esa parte blandengue, a continuación arremetía contra el centro, decía que se alegraba de irse, y que ya lo entenderían sus compañeros cuando llevaran dos años, como ella.

Lo anterior ocupaba unas líneas en la parte superior. El resto de la hoja estaba cubierto con el nombre de todos y cada uno de sus compañeros. En el centro, un corazón llamativamente rojo.

Hoy la he llamado a todos los teléfonos que tengo, cuatro nada menos, pero, o ya no existen o no admiten llamadas entrantes. Mañana lo volveré a intentar y transmitiré el mensaje a sus compañeros.


domingo, 8 de enero de 2012

Vuelta al verde


Paso página de Navidades con el regalo que nos trajo David Trueba por Reyes. Le doy las gracias. Me encanta este hombre. La capacidad de Esperanza Aguirre de manipular la información y decir mentiras no tiene límites.

Interino

DAVID TRUEBA.

En su particular batalla con los profesores de Madrid, a Esperanza Aguirre solo le falta acusarlos de pederastia o revelar que trafican con polvo de tiza a escala internacional. Total, siempre puede uno disculparse por Twitter. En la última andanada no ha carraspeado antes de asegurar que los interinos eran elegidos a dedo. Todavía estamos a la espera de saber si las declaraciones son fruto de la ignorancia, siempre amiga interesada de tu propia versión, o una maldad que pretende contaminar el esfuerzo de gente que, bien al contrario que la mayoría de los políticos, en lugar de lograr su plaza a dedo se ha sometido a oposiciones para entrar en las bolsas a la espera de destino.

Lo llamativo del asunto, que se prolonga desde meses atrás, es que no parece importarle un carajo a nadie. En la esmerada demolición de cualquier valor que apeste a social o estatal, la escuela, como quizá solo la sanidad, representan la mayor resistencia moral. Sin embargo, al mismo tiempo, también ofrecen la mejor posibilidad de negocio. Al menos mientras la gente siga teniendo la costumbre de enfermar o la estúpida pretensión de que sus hijos tengan un futuro académico enriquecedor y competitivo. La tutela estatal de estos dos segmentos es un estorbo. Lo mejor es hacer una campaña publicitaria exigiendo respeto al profesorado y luego demolerlo.

2012 llega como la odisea definitiva contra el Estado de bienestar. Como si soñar con eso fuera algo feo, nuestras rutinas informativas propinan los electroshocks imprescindibles para que vayamos despejando el cerebro de falsos paraísos. Nunca tan poco Estado nos obligó a pagar tantos impuestos. Más por menos, como bien dice la retorcida campaña publicitaria del metro de Madrid. A dedo, ellos sí, los profesores han sido señalados como una amenaza incómoda, a los que desactivar con las armas más burdas. Acusarlos de enriquecerse con el estampado de camisetas verdes era más un insulto a nuestra inteligencia que a su actitud irreverente. Pero funcionó, por más que sepamos que en España nadie se hace rico fabricando camisetas, salvo quizá la gente de Kukuxumuxu. Los Reyes llegan pues a un país confuso, que sospecha hasta de ellos. Quizá vienen a llevarse más cosas de las que nos traen.

Publicado en El País. 06/01/2012

lunes, 19 de diciembre de 2011

Learned helplessness


Carol Dweck, profesora de psicología de la Universidad de Stanford, ha estudiado durante décadas por qué algunas personas consiguen desarrollar su potencial mientras que otras con igual capacidad fracasan.

Dweck investigó sobre la motivación animal, centrándose en un tema muy en boga en los años sesenta: la indefensión aprendida. La experimentación demostraba que los animales sometidos a situaciones repetidas de fracaso quedaban indefensos, lo que les impedía actuar según su capacidad. Dweck quiso saber cómo los seres humanos se enfrentaban a tal problema, es decir, por qué un chico abandona ante el fracaso mientras que otro se siente motivado ante él, por qué unos mantienen una postura de indefensión mientras que en otros destaca la determinación de dominar cosas nuevas y superar retos. Encontró que la respuesta subyace en las creencias del sujeto sobre los motivos que le condujeron al fracaso.

Su gran aportación está relacionada con las teorías implícitas de la inteligencia. Por una parte estarían aquellos sujetos que creen que la inteligencia es algo “fijo” y, en consecuencia, piensan que la capacidad es algo inherente, innato, que simplemente debe ser mostrado. En el otro lado estarían aquellos individuos que conciben la capacidad como un potencial susceptible de ser desarrollado a través del aprendizaje y el esfuerzo personal.

Dweck realizó un experimento con niños de primaria identificados como indefensos: cuando tropezaban con varios problemas que no sabían solucionar, se veían incapaces de resolver problemas en los que previamente no habían encontrado dificultades. En el experimento se entrenó a la mitad de los estudiantes a atribuir sus errores a falta de esfuerzo y se les animó a continuar intentándolo y así afrontar el fracaso. El grupo control no mostró ninguna mejoría, recuperándose muy lentamente cuando fracasaba.

Alentada por el tema y aprovechando un espacio de tiempo que me quedaría tras la realización de un examen escrito, decidí someter a mis dos grupos de alumnos de 1º de ESO a un experimento de indefensión aprendida. Mezclé las instrucciones en inglés y castellano, para que todo el mundo lo entendiera y les pedí que fueran honrados, que consideraran que era una continuación del examen, es decir, no podían hablar ni echar vistazos al compañero, sencillamente tenían que seguir mis instrucciones.

Entregué a cada alumno una hoja de papel, boca abajo. Les expliqué que en ella había tres palabras escritas -vocabulario de la última lección- una debajo de la otra, cuyas letras debían reorganizar y descifrar. Una mitad de la clase recibió tres palabras fácilmente reconocibles. La otra mitad de la clase tenía dos palabras indescifrables mientras que la última coincidía con la del primer grupo.

Les dije que iríamos paso a paso, que no intentaran descifrar todas las palabras de un tirón. Les hice volver la hoja y descifrar la primera. Pasados unos segundos les pedí que levantaran la mano según terminaban. Pasamos a la segunda palabra: mismas instrucciones. Según levantaban la mano unos miraban horrorizados a los otros, a su papel y a mí. Yo los observaba, seria y callada. Pasamos a la tercera. Las mismas instrucciones. Las caras de los indefensos eran dignas de ver, no entendían qué estaba pasando: no acertaban una mientras contemplaban horrorizados la rapidez de sus compañeros, que estiraban pecho y mano casi hasta al techo, desbordantes de entusiasmo y felicidad.

RESULTADOS

En primer lugar tengo que decir que el rendimiento académico general de los dos grupos es muy diferente y creo que eso también tiene incidencia en los hallazgos encontrados.

El grupo con mejor rendimiento académico, (grupo C, 30 alumnos) se caracteriza por ser muy competitivo. Fue muy honrado en la primera palabra: ninguno del grupo indefenso la descifró; sin embargo 5 intentaron salvarse en la segunda: se inventaron un posible término que no existía y lo dieron por válido.
Se dio el efecto de indefensión en la tercera palabra: mientras que en un grupo acertaron los 15 alumnos, solo 10 del grupo de indefensos fueron capaces de descifrar el término homework, bien conocido por todos.

El grupo con rendimiento académico más bajo (grupo D, 25 alumnos) tiene una mayor variabilidad de alumnado: integración, educación compensatoria y alumnado con buen rendimiento. Los resultados son en parte parecidos: 12 alumnos dieron con la 1ª palabra, todos ellos del grupo no indefenso. La segunda palabra solo fue acertada por 6 alumnos del grupo no indefenso y por una alumna del grupo indefenso que, igual que había sucedió en el grupo C, confesó, cuando fue preguntada, que se había inventado un término que desconocía.
La tercera palabra fue acertada por igual número de alumnos en los dos grupos: 6/6, dejando en el aire por qué aquí no se dio el efecto. Quizás yo hice algo mal, quizás no fueron honrados al decirme las respuestas, quizás al no ser tan competitivos como el grupo C el efecto no tiene la misma incidencia. En cualquier caso aprendimos y mereció la pena.

Finalizo con un vídeo del experimento.


domingo, 11 de diciembre de 2011

Verdesperanza



Recuerdo con cariño los primeros días de huelga de septiembre. El primero de ellos vi acercarse a mi amiga Mariola desde la distancia con su camiseta verde, tuneada. Siempre se ríe cuando me ve y abre los brazos para darme un beso y un abrazo. Yo hago lo mismo. ¿Y mi camiseta? ¡Aquí está! La quiero tuneada, como la tuya. He traído unas tijeritas.

Los días de mani Mariola, Carmen y yo quedábamos pronto, comíamos juntas, tomábamos un café al sol y nos poníamos al día de los desmanes que en nuestros centros se hacían para hacerlos funcionar. A la hora de la mani bajábamos hasta el Paseo del Prado, donde habíamos quedado con otros compañeros, para unirnos al mogollón.

Aquél día comimos en un Cañas y Tapas cerca de Huertas y, cuando terminamos, bajamos al baño a tunear mi camiseta. Yo estiraba la tela mientras Mariola cortaba. Insistí en que el cuello fuera holgado.
Se va a desbocar, luego cede mucho. Y efectivamente, quedó ancho, dejando libertad para que el sol alcanzara parte del escote y espalda. Quedó bien, muy bien, desprendida de ese estilo que a mí me parecía monjilpepero.

Septiembre y octubre nos regaló días preciosos, engalanados de sol y alegría. A cada paso nos encontrábamos gente que hacía mucho que no veíamos y andábamos con cuidado para no despistarnos mientras nos poníamos al día con una breve charla.

Nos movía la ilusión de creer que lo que hacíamos serviría para algo o no, pero al menos queríamos intentarlo. Con esta perspectiva convertimos los días de huelga en días de tonalidad festiva que había que disfrutar al máximo. Esos días no existían dificultades para cuadrar nuestros horarios, era cita obligada por circunstancias nada agradables que intentábamos convertir, como revulsivo, en un soplo de aire fresco.

Cuando ya tuve camiseta, salía de casa con ella puesta y durante todo el trayecto me encontraba con las miradas de gente que se fijaba en ella. Según me acercaba al lugar de encuentro me cruzaba con más y más personas que la vestían y, en algunos casos, intercambiábamos gestos de complicidad y alguna que otra sonrisa.

Hasta que, poco a poco, se convirtió en un símbolo y comenzaron a censurar su presencia: al pasar por la Carrera de San Jerónimo, al hacer algún trámite en las DATs, al ir a votar... En el ejercicio de mi libertad voté con ella sin problema, pero no fue así con algunos de mis compañeros.

Con el paso de los meses la reivindicación por la escuela pública se empezó a mezclar con el derecho a la libertad de expresión, no quieren que seamos visibles: lo que no se ve no existe.

Algún día he ido a la manifestación con la camiseta puesta pero he vuelto a casa con ella en el bolso. ¿Miedo? Me da miedo sentir miedo por llevar una camiseta.

Y la verdad es que a mí, el verde, el verdesperanza, me sienta fenomenal.

viernes, 18 de marzo de 2011

Romance de la Evaluación


Me hallaba bien aburrida de corregir y corregir lo que nadie va a leer, cansada de leer y leer las mismas líneas de las mismas páginas, cansada de enmendar, rectificar, señalar, anotar y sumar, todo ello con mi Pilot rojo - ¿por qué no te pasas al verde?, me dijo una vez un amigo- cuando, al hacer un alto en el camino, he tropezado con este ¿Romance? que me envió una amiga -no profesora para suerte suya- hace un tiempo. No sé si lo conoceréis pero refleja de alguna manera esas deliberaciones que hacen que las Sesiones de Evaluación se alarguen sin ningún criterio hasta el infinito.

Inauguro el lunes las Sesiones de Evaluación con mi querido grupo. Cada vez que veo el elevado número de profesores involucrados en la enseñanza de estos alumnos no puedo evitar preguntarme -a mí misma y sin que nadie me oiga- qué es lo que funciona tan mal para que tanto profesorado junto no consiga arrancar algún que otro mal aprobado entre esa maraña de suspensos.

No me enrollo más, mi conciencia me agobia por la tarea que todavía me queda.

Sólo un apunte más, donde dice LOGSE, ya debería decir LOE. La ley cambia, muchas situaciones permanecen.

Romance de la Evaluación


La sesión de evaluación

dispuesta a empezar estaba

el tutor que era de Lengua,

dijo que todos callaran

y pidió a la Orientadora

que, por favor, se sentara.


La Orientadora, psicóloga,

tiene en propiedad su plaza

desde que la LOGSE impera

en los Centros de Enseñanza.

Sabe al dedillo la Ley,

habla la jerga bárbara

de los psicopedagogos

y de la fauna logsiana.


Comienza la evaluación,

las notas así se cantan:

Iván Peláez Borrego.

Con este mozo, ¿qué pasa?

A éste le quedan seis.

Titulación denegada.


Pero habló la Orientadora,

y de esta manera hablaba:

“No nos permite la LOGSE

hacer tan gran canallada.

Si algún alumno o alumna

no superase algún área

siendo con insuficiente

evaluado o evaluada,

debe discutirse aquí

si es persona preparada,

si domina las destrezas,

los objetivos de etapa,

si se ajustan los diseños

si se dan las circunstancias,

si se hizo adaptación

al chaval o a la chavala

si de los procedimientos

se llevó relación clara

y si de las actitudes

quedó notoria constancia.

¿Detectáronse a tiempo

todas esas problemáticas?

¿Se hicieron formularios,

programaciones de aula?

¿Motivósele al efecto con

estrategia adecuada?

¿Hizose por el tutor

en la clase un sociograma?”


Muchos de los profesores

se miran, piensan y callan.

Hízose largo silencio,

ni una mosca se escuchaba.

Y luego el de Historia habló.

Bien oiréis lo que hablaba:

“¡Pero si este mozalbete

las más de las veces falta!

Y cuando viene, molesta,

grita, juega, se levanta;

no atiende al profesor,

ni estudia ni trabaja;

no se está quieto un momento,

de los profesores pasa,

es deslenguado soez,

torpe, necio y tarambana.

¿Cómo darle el mismo título

que al que se aplica y se afana

y saca muy buenas notas

y cumple normas y pautas?

Sería inicua injusticia,

sería indecente práctica,

sería de los calzones

hacerse la gran bajada.”


Los profesores se miran

y, con voz amortiguada,

se comentan a la oreja

las cosas que allí se tratan.

Los más parecen de acuerdo,

otros niegan y rechazan.

“¡Como podéis decir eso!”


Y la Orientadora exclama:

“¡No queréis tener en cuenta

la normativa aprobada!

¿Te has leído el plan de Centro?

¿Has repasado las páginas

de los valiosos Diseños

Curriculares de Etapa?

¿Practicas la evaluación

continua y bien adaptada?

¿No aplicas en tu clase

la enseñanza igualitaria?

Si el muchacho no te atiende,

será porque usas la práctica

de la lección magistral,

que es retrógrada y nefasta.

Debes dar motivación

y educación y enseñanza,

descender de la tarima,

que es plataforma tiránica;

debes ser más solidario

con chavales y chavalas,

darles menos contenidos

que no hacen mucha falta

y mirar sus intereses,

captar bien su idiosincrasia

y educar en valores

de sociedad democrática;

ser más tolerante y lúdico,

ser con ellos camaradas

y mostrarte comprensivo

en cada unidad didáctica.”


“Pero, aprobando a éste,

¿quién el título no alcanza?

Veremos el próximo curso

cómo vienen a las aulas

a cursar Bachillerato

así, por toda la jeta,

un montón de analfabetos,

inútiles, vagos y caras.

Mozalbetes ignorantes

e iletradas muchachas

que no hacen ni la O

con un canuto de caña.”


Subieron las discusiones

arreciaron las palabras

se esgrimieron circulares

leyes, fueros y ordenanzas.

Hablóse allí de principios,

de posturas reaccionarias

de los derechos humanos

y falta de democracia.

De lo divino y lo humano

todo el mundo allí hablaba.

Llevaban así tres horas

y el personal se cansaba,

hasta que un profesor dijo:

“A ver cuántas le quedaban

al mozo que, por el título,

la disputa originara.”


“Quedábanle seis”, responden.

“Pues yo, que doy Matemáticas,

que las tiene muy suspensas,

ahora están aprobadas

y solo cinco le quedan...”


Y la de Francés que estaba

mohína y entristecida,

a punto de echar las lágrimas,

dijo con voz melancólica,

mortecina y apagada:

“Ponle aprobado en Francés.”


“Que apruebe también la Plástica.”

(Sonó la voz del artista,

que tenía enormes ganas

de acabar las discusiones

e irse a pintar a casa).


“Pues yo, para no ser menos,

le apruebo Cultura Clásica.”

Y aprueba que te aprueba,

el typex se chorreaba,

sumergiendo los suspensos

bajo una pátina blanca.

El tutor, los suficientes,

prestamente rotulaba:

“Iván Peláez Borrego:

¡Quédanle dos, luego pasa!”

martes, 5 de enero de 2010

Profesora Palotes



¿Cómo suena? Me intriga sobremanera el hecho de encontrar diferencias en el tratamiento que se da a algunas profesiones. Sorprendería que un padre o madre en un centro escolar preguntara por la Profesora Palotes. Probablemente preguntaría por la tutora, por la profesora de + materia, o directamente por Angie Palotes. Ni siquiera en el caso de que esa persona fuera doctor/a recibiría ese reconocimiento al hacer referencia a ella en un centro de primaria o secundaria. En el caso de la universidad, sin embargo, sí existen diferencias cualitativas en el tratamiento: profesor/doctor.

Si nos centramos en como define doctor el diccionario de la R.A.E. encontramos lo siguiente:

1. m. y f. Persona que ha recibido el último y preeminente grado académico que confiere una universidad u otro establecimiento autorizado para ello.

2. m. y f. Persona que enseña una ciencia o arte.

3. m. y f. Título que da la Iglesia con particularidad a algunos santos que con mayor profundidad de doctrina defendieron la religión o enseñaron lo perteneciente a ella.

4. m. y f. coloq. Médico, aunque no tenga el grado académico de doctor.

También recoge el diccionario doctor arquitecto y doctor ingeniero aunque parece que están más alejados del lenguaje coloquial por el menor grado de contacto directo de cualquier ciudadano con estos profesionales.
Vemos, por tanto, que determinadas profesiones, junto con la Iglesia (viene aquí a cuento aquello de doctores tiene la Iglesia), se incluyen dentro de una categoría especial que las diferencia del resto.

Así las cosas, encontramos extraño dirigirnos a una persona como Periodista Ramírez, Panadero López o Profesora Palotes (primaria y secundaria) pero resulta perfectamente natural Doctora Vázquez (profesora de universidad) o Doctor Mateo (médico, incluso sin ser doctor).

Es curioso también observar cómo la actividad del profesorado, con una tradición mayoritaria de mujeres es su haber, se denomina labor docente, que recuerda al famoso sus labores que define a aquellas mujeres que no realizan un trabajo remunerado y quedan al cuidado del hogar y los hijos.

¿Hasta qué punto el tratamiento que reciben las diferentes profesiones afecta a su valoración social?
¿Responde más la distinción a un intento de diferenciar clases en la estructura social?