miércoles, 29 de agosto de 2012

De recortes de flores y plantas



No es algo que a mí me haya llamado especialmente la atención. Me refiero a la jardinería. Pero ahora me relaja y tal y como estaban las cosas había que hacer recortes. Al llegar a casa pude comprobar que aquello que regalaba la vista con un abanico infinito de tonalidades se había convertido en una maraña de hojas secas, que crujían quejosas al tocarlas y se deshacían en mis manos al simple tacto. De la fuerza y el colorido con que las traje a casa al entrar la primavera no quedaba casi nada. Sí, digo bien, casi nada. Porque… porque igual no todo estaba perdido. Al menos había que intentarlo.

Me puse manos a la obra. Los geranios eran urgentes, parecía que no quedaba nada de ellos. Nada de aquel rojo intenso aterciopelado que tanto había llamado mi atención ni  de aquel blanco que, inevitablemente –pensé-, contrastaría elegantemente a su lado. Dos colores que perfectamente se complementaban desde el lugar que cada uno ostentaba. Nada quedaba de aquella fuerza casi rabiosa que los hacía desbordarse, majestuosos, desde todos los ángulos de su constreñido receptáculo, o sea, el tiesto. Corté, no sé si por lo sano, pero sí de raíz, y los regué llena de esperanza. Tengo que decirlo: ya hay brotes verdes.

Y después me dediqué al resto, que no fue nada, pero nada fácil. ¡Por todos los cielos! ¡Aquella planta que me dio mi madre  se había hecho con toda la jardinera, no había tenido piedad de nada de lo que la rodeaba! Entonces entendí aquello que me dijo de que no le hacía falta echar raíces antes de plantarla. ¡Por supuesto que no! Es más, tengo mis dudas de que no sea carnívora. Sus hojas crecían robustas y gigantes y además, además… había criado unos gusanos verdes que se estaban zampando a placer todas las hojas de las plantas de al lado y las había dejado convertidas en una especie de esqueleto vegetal. Ni hablar, fui a por el “hogar y plantas” y, verbalizando en alto, dije: ayer fue “hogar” –por los mosquitos que me habían acribillado”- hoy es “plantas”. Me deshice de los gusanos, que eran verdes y… ¡diantre!, lustrosos. Corté dos esquejes y puse cada uno en un tiesto: que se apañen, que esto es como lo del pez grande y el chico.

Otras se habían perdido del todo y necesitaban renovarse. Seleccioné más esquejes y los puse en agua, otros, armándome de gran valor,  los planté directamente. Introduje mis manos en la tierra de cada tiesto y la saqué para airearla y mezclarla con otra nueva. Aparecieron arañas, hormigas y probablemente otros bichos que no se ven pero están, así que no miré mucho por si aparecían gusanos y… esta parte prefiero dejarla aquí por si alguien que leyera esto fuera susceptible a los bichos, y al fin y al cabo lo importante es que el tema plantas ha quedado medianamente solucionado. 

Lo primero que hago, todos los días, nada más levantarme es ir a verlas, parece que van bien. Saldrán adelante.

Lo que he aprendido:

  • Que en el mismo espacio es mejor no mezclar plantas.
  • Que lo del grande y el chico no es aplicable solo a peces, úsese para todo.
  • Que bichos….bichos va a haber siempre.
  • Y lo más importante: que al hijo no se le puede dejar al cuidado de las plantas.



martes, 7 de agosto de 2012

Fuera desayunos



Lo voy a echar de menos. Si hay una comida que disfruto es el desayuno. Me gusta desayunar tranquila, mis tostadas, mi café…  pero lo que voy a echar de menos y era un lujo añadido es desayunar, y valga la redundancia, viendo los “desayunos” de Ana Pastor. En la última etapa los disfrutaba incluso más porque sabía que tenían los días contados. Estaba sentenciada, igual que otros periodistas comprometidos que dieran una cara de la realidad disonante con la ideología pepera. Una lástima, una verdadera lástima, aunque me complace pensar que aunque la quieran borrar del mapa, personas como ella no desaparecerán.

Disfruté muchísimo cuando entrevistó a Mahmud Ahmadineyad. Ver cómo se le iba cayendo el pañuelo sin que ella hiciera nada por evitarlo fue muy valiente por su parte. Aunque ella argumentó que la intensidad de la entrevista no la hiciera percatarse del hecho, para los que estábamos observando era difícil encajar que ese pañuelo fuera deslizándose poco a poco, mostrando, hasta destapar completamente, su negra melena. A veces incluso era complicado seguir el hilo de la entrevista porque, tostada en mano sin atreverte a darle un mordisco, no sabías si serían capaces de cortar la emisión o recurrir a cualquier estrategia para llamarle la atención.

Hay personas que valen y personas que no valen y las que valen son una amenaza para las que no valen. Por eso Ana Pastor ya no estará en los desayunos, pero el gesto de deshacerse de ella se quedará con nosotros como un emblema que nos recuerde quién somos y dónde estamos.

Dejo a continuación un poema de Wislawa Szymborska: Contribución a la Estadística, que ella tiene en su blog y me gustó cuando lo leí.

 
De cada cien personas,
las que todo lo saben mejor:
cincuenta y dos,

las inseguras de cada paso:
casi todo el resto,

las prontas a ayudar,
siempre que no dure mucho:
hasta cuarenta y nueve,

las buenas siempre,
porque no pueden de otra forma: 
cuatro, o quizá cinco,

las dispuestas a admirar sin envidia:
dieciocho,

las que viven continuamente angustiadas
por algo o por alguien:
setenta y siete,

las capaces de ser felices:
como mucho, veintitantas,

las inofensivas de una en una,
pero salvajes en grupo:
más de la mitad seguro,

las crueles
cuando las circunstancias obligan:
eso mejor no saberlo
ni siquiera aproximadamente,

las sabias a posteriori:
no muchas más
que las sabias a priori,

las que de la vida no quieren nada más que cosas:
cuarenta, 
aunque quisiera equivocarme,

las encorvadas, doloridas
y sin linterna en lo oscuro:
ochenta y tres, 
tarde o temprano,

las dignas de compasión:
noventa y nueve,

las mortales:
cien de cien.
Cifra que por ahora no sufre ningún cambio