Yo no lo decidí, ellas mismas, al colocarse, encontraron su lugar dentro de un orden. Me gustan estas fotos. Me ha resultado difícil elegir solo unas cuantas. Las dos primeras me atraen mucho por el contraste de luz. Llevaba días mirando esa extensa explanada pero aquel día me quede pasmada. Sabía que el sol me dejaría, lo sabía, y me dejó: me llevé esa vista.
Este árbol no es nuevo, ya estaba en la foto anterior. Y ahí está, imponente, altivo, agarrado a la tierra y mirando al cielo, poderosamente tranquilo. A veces una imagen no vale más que mil palabras, ni mil palabras la explicarían porque ésta no es la imagen, tan sólo un retazo.
Mil cosas me han emocionado: el tamaño de los árboles, el color de las flores. Es difícil explicarlo.
Me perdía en el tamaño de los árboles, en el exultante y perfecto color de las flores. Me paraba, fotografiaba: verde, azul, rojo, amarillo, morado, ningún tono igual, todos llamativamente provocadores, atrayentes.
Me perdía en el tamaño de los árboles, en el exultante y perfecto color de las flores. Me paraba, fotografiaba: verde, azul, rojo, amarillo, morado, ningún tono igual, todos llamativamente provocadores, atrayentes.
Y también fotografié otras cosas:
Una farola entre el mar y el cielo...
Agua, cielo y un árbol enclenque...
Patos.....
Patitos...
Me acabo de cargar una foto. Este ordenador me hace muchas faenas... Era solo agua.... sin patos.
Otro árbol...
Estos arbolitos que miro todos los días antes de entrar en clase...
Casitas....No, tan casitas....
Y un cerebro en el suelo. ¡Menuda cabeza! Bueno, menuda, precisamente, no.
Ya está.