domingo, 11 de diciembre de 2011

Verdesperanza



Recuerdo con cariño los primeros días de huelga de septiembre. El primero de ellos vi acercarse a mi amiga Mariola desde la distancia con su camiseta verde, tuneada. Siempre se ríe cuando me ve y abre los brazos para darme un beso y un abrazo. Yo hago lo mismo. ¿Y mi camiseta? ¡Aquí está! La quiero tuneada, como la tuya. He traído unas tijeritas.

Los días de mani Mariola, Carmen y yo quedábamos pronto, comíamos juntas, tomábamos un café al sol y nos poníamos al día de los desmanes que en nuestros centros se hacían para hacerlos funcionar. A la hora de la mani bajábamos hasta el Paseo del Prado, donde habíamos quedado con otros compañeros, para unirnos al mogollón.

Aquél día comimos en un Cañas y Tapas cerca de Huertas y, cuando terminamos, bajamos al baño a tunear mi camiseta. Yo estiraba la tela mientras Mariola cortaba. Insistí en que el cuello fuera holgado.
Se va a desbocar, luego cede mucho. Y efectivamente, quedó ancho, dejando libertad para que el sol alcanzara parte del escote y espalda. Quedó bien, muy bien, desprendida de ese estilo que a mí me parecía monjilpepero.

Septiembre y octubre nos regaló días preciosos, engalanados de sol y alegría. A cada paso nos encontrábamos gente que hacía mucho que no veíamos y andábamos con cuidado para no despistarnos mientras nos poníamos al día con una breve charla.

Nos movía la ilusión de creer que lo que hacíamos serviría para algo o no, pero al menos queríamos intentarlo. Con esta perspectiva convertimos los días de huelga en días de tonalidad festiva que había que disfrutar al máximo. Esos días no existían dificultades para cuadrar nuestros horarios, era cita obligada por circunstancias nada agradables que intentábamos convertir, como revulsivo, en un soplo de aire fresco.

Cuando ya tuve camiseta, salía de casa con ella puesta y durante todo el trayecto me encontraba con las miradas de gente que se fijaba en ella. Según me acercaba al lugar de encuentro me cruzaba con más y más personas que la vestían y, en algunos casos, intercambiábamos gestos de complicidad y alguna que otra sonrisa.

Hasta que, poco a poco, se convirtió en un símbolo y comenzaron a censurar su presencia: al pasar por la Carrera de San Jerónimo, al hacer algún trámite en las DATs, al ir a votar... En el ejercicio de mi libertad voté con ella sin problema, pero no fue así con algunos de mis compañeros.

Con el paso de los meses la reivindicación por la escuela pública se empezó a mezclar con el derecho a la libertad de expresión, no quieren que seamos visibles: lo que no se ve no existe.

Algún día he ido a la manifestación con la camiseta puesta pero he vuelto a casa con ella en el bolso. ¿Miedo? Me da miedo sentir miedo por llevar una camiseta.

Y la verdad es que a mí, el verde, el verdesperanza, me sienta fenomenal.

10 comentarios:

  1. Me ha gustado tu entrada y el tono de la expresión. Simpático. En Cataluña no pocos docentes pensamos que se debían organizar actos de solidaridad con Madrid, pero ha quedado en nada, quizás porque aquí tampoco faltan los problemas. El de la Sanidad, por ejemplo. Los recortes son muy preocupanes.

    Soy partidario del "cheque escolar", como en algunos países nórdicos, y que cada cual elija escuela pública o escuela privada concertada al 100 x 100. Todos gratuitos y con los mismos derechos y obligaciones. El que quiera escuela privada elitista, que la pague...

    Te imagino con la camiseta verdesperanza, pero no Aguirre, claro...

    Besos

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  2. Pues un poco de culpa de que esta reivindicación haya quedado prácticamente en agua de borrajas creo que es por lo que dice Luis Antonio... Como no afecta directamente a otras comunidades, pues los demás se desvinculan de vuestra reivindicación... Falta bastante solidaridad en este país... Cuando las causas no nos afectan personalmente, no nos movemos.

    Un beso, Angie.

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  3. Yo creo que la cosa sigue y seguirá en pie ya que aunque la ilusión no permanece intacta los agravios son tantos que la necesidad obliga a seguri en la brecha. El verde siempre ha sido color de buenas causas, si siguen intentando criminalizar a la gente por llevarlo lo convertirán en una bandera de libertad y un símbolo de justicia.

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  4. Es una entrada feliz y optimista, aunque las cosas pintan mal. Pero el verde, el verdeesperanza da mucho de sí. Tal vez, quiero ser optimista, algún día se arreglen las cosas.

    Un beso.

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  5. El dilema no es público/ privado. A muchos chic@as de mi centro no les salva un cheque escolar, si antes ya estaban condenados ahora más. Los recortes llegan donde más duele.

    En sanidad también tenemos lo nuestro, se han entregado varios hospitales a las constructoras para que los gestionen privadamente. Sí, Cataluña es un sito donde mirar a los recortes en Sanidad.

    Seguiré vistiendo de verde, con más razón porque lo censuran. Ahora echo mano de otra ropa verde además de las camisetas y llevo chapas, vamos como si fuera llena de medallas.

    Muchos besos, Luis Antonio, te los envío en un día agotador.

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  6. A los recortes de fuera únele las historias de dentro y te sale cualquier cosa que puedas imaginar, Novicia. Voy por el cuarto horario, dos reclamaciones y en plazo para presentar mi segundo Recurso de Alzada. Estoy harta. Mucho.

    Te doy un abrazo y beso enormes.

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  7. Yo seguiré ahí, Dr. Krapp, pero la verdad es que hace bastante que he perdido la esperanza, no hay vuelta atrás. Aunque igual es lo mejor, hasta que algo no toca fondo no hay forma de que cambie. Lo único que creo que tengo que pelear es mi dignidad, que no me tomen el pelo y eso, ahora mismo, lo tengo claro.

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  8. Preferiría el verde mar antes que el verdesperanza porque significaría que no tendría que preocuparme por ciertas cosas, pero lo que hay es lo que hay. Este es un curso de adaptación, hay que asumirlo, aceptarlo y seguir hacer lo que se pueda.

    Muchos besos.

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  9. Besos tb para el Dr, krapp, que me lo he "saltao" de besos, a ver si se va a enfadar. Solo me faltaba...

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  10. Donde dice "muchos besos" debe decir " muchos besos, Miguel". Con esto de los blogs siempre acabo riéndome.

    Sois unos cielos con sol incluido.

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