viernes, 4 de julio de 2014

Mirando ciruelas

Llegaron anteayer. Los esperaba. Llevo días observando  las ciruelas y sabiendo que estaban al caer. Sus ciruelas ya estàn màs que maduras. Hay unos ramilletes espectaculares, pero cerca, muy a mi alcance, cuelgan unas seis o siete formando una hilera. Cada vez que las miro me dan ganas de subirme a una silla y zas, zas, zas, zas, zas, zas y zas, las siete a mi cocina.

Ya sea porque la tentación no era demasiado fuerte o porque en el fondo creí que se demorarían un poco más, su llegada frustró mis planes. Ayer por la mañana, mientras desayunaba, le oí entre las ramas. Vestido con su mono azul, casi imperceptible entre tanta hoja verde, se hallaba en lo alto de esa gigantesca escalera que sólo usa cuando poda el árbol o recoge la cosecha. Ciruela a ciruela, cambiando de lugar sigilosamente, como si las ciruelas pudieran oírle, fue dejando el árbol vacío de sus jugosos frutos.

A media mañana podría decirse que la recolección había terminado. Podría decirse, porque seis o siete ciruelas formando una hilera aún pendían de aquel recién despojado árbol.

21 comentarios:

  1. Recuerdo que en mi casa paterna había un bello ciruelo, y nos regalaba sus frutos cada verano también. El sabor de los frutos del propio jardín es, sin dudas, especial.
    Que disfrutes de tus ciruelas, querida Angie.

    Besos.

    Fer

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fer, este ciruelo es del vecino (y de la vecina). Hace tiempo ellos me daban ciruelas y yo les devolvía mermelada. Tentada estuve de cogerlas porque me acordaba de cuánto le gustan a mi madre. Pero una vez que llegaron sabía que no podría ser. ¡Qué rica la fruta, Fer!

      Sigo esperando tus sabias reflexiones.

      Muchos besos.

      Eliminar
  2. Intuyo que estás en el pueblo - no sé cuál - y la persona que recolecta las ciruelas es muy entrañable para ti...

    Creo que, sabiendo lo que significan esas ciruelas para ti, te las ha dejado. Un bonito detalle, ¿no? A lo mejor me sobra imaginación...

    Lo de la gigantesca escalera me desorienta porque los ciruelos no son muy grandes... Al menos los de mi pueblo.

    Besos, Angie

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Luis Antonio, todavía no me he ido al pueblo. Tengo cosas que hacer por aquí. Mi teoría es diferente a la tuya. Yo creo que las ha dejado, no para que las coja, sino para ver si las cojo. Como lo oyes. Poco más tarde, en vista de que las ciruelas seguían “pendiendo” las quitaron. Al día siguiente se marcharon.

      Pero claro, tú no sabes los antecedentes. Siempre había habido una buena relación pero en una ocasión tuvieron muy mala baba y entonces decidí poner una valla verde muy tupida y alta para no verlos. Gané mucho, sobre todo en intimidad. Estoy encantada. Era algo que siempre había querido hacer pero ellos decían que no correría el aire. Pues yo estoy tan fresca.

      El ciruelo es relativamente pequeño, a él le veo por encima de la valla y ésta debe tener casi dos metros y medio. Desde luego a las ciruelas de la copa no llega con una escalera de tres peldaños.

      Un beso fuerte. Seguro que ya estás en el pueblo. Cuando voy al pueblo me gusta dar paseos y comerme los higos recién cogidos de las higueras.

      Eliminar
    2. La imaginación, a veces, es temeraria...
      Todavía estoy en Barcelona durante este mes....

      Besos

      Eliminar
  3. ¡Los ciruelos prohibidos...! ¡Qué tentación!
    Pero no caíste en ella.

    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Miguel, las ciruelas estaban tan provocadoramente cerca que era una tentación cogerlas. No, no, no. No caí. Para mí estaba claro, el árbol “pelao” y unas cuantas justo a mi lado. Igual quieren reconciliarse pero a mí me da que esto se parece más a Eva y el pecado pero en lugar de serpiente hay salamanquesas y no ha funcionado.
      Habrá que esperar al año que viene a ver qué pasa con este tema.

      Eliminar
  4. ¿Tienes un ciruelo y no habías dicho nada? Pero...habrase visto semejante morro. Incluso ahora a media tarde estaría exquisito tomarse una de tus tazas de te bajo la sombra deliciosa de ese árbol despojado.
    Besos

    ResponderEliminar
  5. No, no, Dr. Krapp, yo no tengo ningún ciruelo, yo tengo un olivo. El ciruelo es todo del vecino, incluida la sombra. Y yo, a la sombra de mi olivo. Muchas veces me tomo un té bajo su sombra. Ahora, el vecino no va a ver ni una olivita.
    Y Las ciruelas, las que parece que me dejan, como verás están “envenenadas”. Pero el año que viene voy a adelantarme a la cosecha y lo que me caiga cerca va a acabar siendo mermelada. ¡¡Como lo oyes!!

    Digo yo que si tú quieres darle algo al vecino se lo das en un cuenco o en un plato, ¿no? O le dejas la escalera... Además siete ciruelas me parece muy poco para dejar al vecino. No sé, en este tema de las ciruelas me resulta todo muy sospechoso.

    Besos.

    ResponderEliminar
  6. Lo primero que he pensado es que esas ciruelas eran una ofrenda para ti, pero ya he leído que no iba por ahí la cosa.

    Entre ciruelo y olivo prefiero el último, me encantan las olivas y las preparo para tener todo el año.

    Saludos!!

    ResponderEliminar
  7. Bueno, Luna Llena, nunca se sabe, como dije antes, puede que fuera una señal para la reconciliación, pero mi impresión es esa y cuando lo ví avisé en casa: "esas ciruelas no se cogen". Yo también me quedo con mis olivitas, ahora están creciendo, da gusto verlas. Me traigo buenas peleas con las hormigas y el pulgón, pero este año le puse al tronco papel (de este de envolver chorizos - para que me entiendas) y por la parte de arriba lo sujeté con esparadrapo y ha funcionado. Ahora o se escurren o no pueden salir cuando se meten por dentro. Se siente, esto es una guerra desigual, ellas so muchas y yo solo una.

    Gracias por pasar por aquí.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  8. y a qué esperabas para abalanzarte sobre ellas!

    Me encantan las ciruelas, no me cansan nunca.

    Un beso muy marinero, Angie

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siento la tardanza en contestar pero es que se me acabaron los megas o los gigas, vamos que me quedé sin Internet en el pueblo. No sabía que tenía límite y como estuve viendo vídeos, lo terminé todo en una semana. Lo peor de todo es que no te avisan, te cortan y ya está.

      Que no, que no, Josela. Igual se me atragantaban. Mejor dejarlas por esta vez. Disfruta del mar.

      Tú me envías besos marineros y yo te correspondo con madrileños. ¡¡Ojalá los míos fueran marineros!!

      Eliminar
  9. No soy muy de ciruelas, las como raramente, pero este mes de junio comí dos de una variedad del Baix Llobregat cuyo nombre he olvidado. Estaban deliciosas. Mañana salgo a recorrer el Camino del Norte empezando por San Juan de Luz en Francia. Te prometo y me prometo que comeré en alguna ocasión un par o tres ciruelas y pensaré en este hermoso post que has escrito. Un beso.

    ResponderEliminar
  10. Espero que te vaya bien por el Camino de Santiago, Joselu. No sé si habrás cumplido ya tu promesa sobre las ciruelas. Ya sabes que lo prometido es deuda.
    Yo también he comido ciruelas, en el pueblo, de esas recién cogidas del árbol, igual que los tomates recientes de la mata, saben de otra manera. Es lo bueno que tienen los pueblos, que en el terreno gastronómico encuentras auténticas joyas.

    Que disfrutes del camino.

    Besos.

    ResponderEliminar
  11. ¡Cómo es la vida de curiosa ANGIE! Hace tres semanas escribiste esta entrada de las ciruelas de tu vecino ( yo estaba enfrascada en mis particular pelea con un ciruelo al que sufrí muchísimo por mi trabajo del que ahora que por fin estoy de vacaciones me he librado y por eso me he venido a leerte, de paso desearte un agosto estupendo y resulta que por lo que te he leído en los comentarios que has dejado ( a veces tus entradas se descubren más en tus contestaciones a los comentarios que te dejamos en el texto principal :-) esas ciruelas han juego con sus dueños vecinos que parece también son bastante ciruelos...
    ¿ Te das cuenta? este mundo está lleno de ciruelos asoman pero que desgraciadamente no podemos arrancar ni hacer mermelada, solo sufrir las diarreas mentales que nos producen y confiar en que desaparezcan o porque se caen solo o porque alguien con una alta escalera y un brazo fuerte los arranca ... el año que viene... cuando veas aparecer esa ciruelas en tu lado del jardín... arráncalas ... no te lo pienses... convertirse en una deliciosa mermelada es el mejor fin al que puede aspirar cualquier ciruela mi querida ANGIE:)


    Me ha alegrado mucho leerte en esta entrada tan irónica y curiosa llena de ciruelas jaja pero aun más en lo que le escribiste a LUIS ANTONIO sobre Israel y Palestina... totalmente de acuerdo contigo ANGIE que tu resto de verano sea dulce y agradable como tus mermeladas... no las he probado pero sé que son así... naturalmente dulces, como tú :-)


    Un beso inmeeenso bonita... hasta otro ratito.

    ResponderEliminar
  12. Hola María, qué alegría me da verte por aquí. Fui a tu blog a desearte felices vacaciones pero no se podía dejar comentarios. Espero que difrutes mucho del merecido descanso, apartada de ciruelos y merluzos. Que tengas tranquilidad y paz. 

    Te voy a hacer caso y el año próximo algunas ciruelas acabarán como unte en mis tostadas. Es más, espero comérmelas con un buen café mientras contemplo al ciruelo del vecino subido a la escalera haciendo recolecta. Ya està bien  que unos tengan ciruelos y a otros nos caguen los pájaros que se alimentan de ellos. Esto solo tiene una respuesta: ¡MERMELADA!

    Pero si te digo la verdad me han dado más problemas las higueras que los ciruelos. Como tengas un conflicto con una higuera, ten por seguro que  vas a tener lío con alguna higa "chunga".  A ver si lo cuento en una entrada, más que nada por mantener una línea narrativa de frutales. Cuando te marcas una línea, qué menos que dos. Y yo creo que con la higuera ya cumplo este verano porque el olivo no me da nada de guerra.  Ahí el problema no es el olivo, sino las hormigas, que han traspasado la barrera del papel  de chorizo. La lluvia ha  hecho que se ahueque una parte del esparadrapo que lo sujeta y se cuelan por debajo. Ahora andan por las ramas haciéndome pedorretas. Contra las inclemencias meteorológicas no puedes hacer nada, sus efectos casi siempre son devastadores.  ¡A ver dónde encuentro ahora otro papel de chorizo! ¿Por qué no le pediría a aquél hombre dos papeles? Se ve fácil pero tú me imaginas diciendo: me puedes dar dos papeles, uno para el chorizo y el otro para que no se suban las hormigas a un olivo?  No sé, pero aunque el charcutero me lo diera, que no lo dudo, seguro que no me libraría de dar explicaciones. Siempre hay alguien que pregunta, porque no es sencillo ver la conexión papel-olivo. Yo lo sé porque me lo dijo el jardinero de El Retiro, pero no todo el mundo va al Retiro y se entera, y ahora menos, que se caen los árboles al menor paseo.

    Que no nos falte la sensibilidad, pero que no nos haga sufrir demasiado. Luis Antonio, con sus últimas entradas, me ha hecho leer mucho sobre el conflicto palestino-israelí.  Este profe siempre pone deberes. 

    Disfruta de tus vacaciones. Yo voy y vengo a ratos. Un beso muy fuerte.

    ResponderEliminar
  13. Sinceramente ANGIE jaja me has dejado boquiabierta con tu disertación sobre los conflictos que te han generado los frutales y los papeles de chorizo que evitan que las hormigas traspasen la barrera del olivo .... no he entendido nada jaja pero me he reído mucho... ( por cier ¿sabes que el árbol sobre el que estoy apoyada en la foto de mi link es un olivo? lo tengo en un campito frente a mi casa con muchos frutales, ya te contaré un día, tengo unos frutales súper psicodélicos ... ¿has visto naranjas, limones y todo tipo de cítricos al tamaño de gominolas? es decir todo mini jaja creo que te encantarían, si un día vienes a Galicia te los enseño, lástima que no sepa hacer mermeladas como tú:-) los vecinos que permiten que las ramas de sus frutales invadan la finca del vecino merecen quedarse sin ramas y sin fruta.. de hecho que sepas que te ampara la ley así que sí esos vecinos tuyos solo se merecen una respuesta : ¡MERMELADA! bine hecho.-)

    Lo que ya no es tan divertido es todo lo que nuestro querido profe nos ha contado sobre el conflicto Palestino-Israelí... ahí no hay ciruelos y merluzos ...ahí hay depredadores sin escrúpulos, todo zarzas, zarzales y espinas.

    Muuchos besos ANGIE...
    Gracias por esta charla con aromas frutales en esta noche de verano:-)


    ResponderEliminar
  14. Hola, Angie.
    Me has hecho recordar mi infancia, hace mucho que no veo un árbol de ciruelas, ahora vivo en una ciudad en la que solo crece el cemento.
    Buen blog.
    Un abrazo.
    HD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Humberto. En las ciudades casi todo es gris y duro, a veces parece que solo existe el cemento. Qué bueno cuando conectas con esos sabores de la niñez, que tenemos ahí olvidados y de repente aparecen como por arte de magia.

      Muchas gracias por tu amabilidad y por pasar por aquí.

      Besos.

      Eliminar
  15. Gracias a ti, María. Ya, es que los frutales como se pongan pesados son de temer, pero hay que saber sobrellevarlo. Jeje. No me digas que es difícil hacer mermelada, María, debe de ser mucho más difícil, con diferencia, resolver un pleito. Cuando vaya a Galicia ya me enseñarás los minicítricos, aunque por el tamaño que dices que tienen esos frutos no nos llega ni para un minibote de mermelada. Por cierto en el Jardín Botánico hay una colección de bonsais nada despreciable.

    Si pienso en ti, perfectamente te imagino sentada al pie de un olivo, nunca se me ocurriría que pudiera ser un ciruelo. Jeje.

    Muchos besos para ti también.

    ResponderEliminar