En esta ocasión, el grupo que entró estaba muy alterado y, nada más llegar, en lugar de dirigirse a sus respectivos asientos para dejar sus cosas, se arremolinó a mi alrededor impaciente por contarme algo. Según Carla, quien empezó a hablar en un tono bastante elevado al tiempo que gesticulaba con ambas manos, había ocurrido algo de gran trascendencia que yo debería saber porque había razones de peso para pensar que iba a tener consecuencias directas, si no desastrosas, en el desarrollo de la siguiente clase, que era la mía, y como yo solía enfadarme cuando hablaban mucho, ya me avisaban de que estuviera preparada porque el asunto no era para menos.
Mientras intentaba ubicarme en aquel drama sobre el que todos tenían alguna opinión, llamó mi atención el llanto de Cati, una alumna recién incorporada al centro que permanecía de pie a unos pasos del grupo de alumnos que me hablaba. Incontenibles lágrimas corrían por sus mejillas. Alarmada, pregunté que qué le pasaba e hice ademán de acercarme a ella, pero los demás, hablando al unísono, se apresuraron a comentar que no era la única, que había más alumnos que habían llorado y estaban muy nerviosos, y querían saber cuál era mi opinión de todo aquello y si yo creía que era justo, porque desde luego ellos no veían la justicia por ninguna parte.
Había sucedido en la clase anterior y temían que nadie aprobaría la materia de Lengua si no se hacía algo al respecto. La profesora se había enfadado tanto que había dicho que si aquello no se aclaraba, el examen que tenían al cabo de dos días sería dificilísimo y, por si fuera poco, no pensaba darles clase en lo que quedaba de curso. Y esto último lo subrayaron como un caso insólito y sin precedentes en su trayectoria académica. Tal era la desazón que tenían.
Cuando ya se marcharon al recreo y cerré el aula, por casualidad me crucé con la tutora. Había estado con ellos toda una hora sin terminar de aclarar el entuerto. También me crucé con la profesora, quien me expresó su malestar por lo sucedido.
Cuando ya se marcharon al recreo y cerré el aula, por casualidad me crucé con la tutora. Había estado con ellos toda una hora sin terminar de aclarar el entuerto. También me crucé con la profesora, quien me expresó su malestar por lo sucedido.
A pesar de los pesares, tengo que decir que su inquietud se mezclaba con un elevado grado de excitación que les mantenía expectantes. Se trataba de una situación extraordinaria en un contexto donde habitualmente no pasa nada más que lo esperable. Me los imaginaba llegando a casa desbordados por la impaciencia de contar lo acontecido aquél día, algo que recordarían no ya por el hecho en sí, sino por las sensaciones experimentadas.
Quizá fuera por esa posible alarma innecesaria que podría alcanzar a las familias, que durante la clase se presentó el jefe de estudios, ahíto por haber subido tres pisos prácticamente de tres zancadas, para tranquilizar a los alumnos: la profesora de lengua había dicho que el examen no iba a ser difícilísimo, sería "normal", podían estar tranquilos, y además, seguiría dándoles clases de lengua.
Quizá fuera por esa posible alarma innecesaria que podría alcanzar a las familias, que durante la clase se presentó el jefe de estudios, ahíto por haber subido tres pisos prácticamente de tres zancadas, para tranquilizar a los alumnos: la profesora de lengua había dicho que el examen no iba a ser difícilísimo, sería "normal", podían estar tranquilos, y además, seguiría dándoles clases de lengua.
Y cuando acabó mi jornada me fui a casa sin saber a quién de todos ellos le había vibrado el móvil durante la clase de lengua.
Segundo curso de ESO esa mala conciencia que les quedó por alterar a la profesora de lengua con la agravante de que les dejara de impartir;no suele pasar con los de segundo de Bachillerato que se alegrarían y mucho.
ResponderEliminarEs que es una edad que aun no controlan ciertas normas.Pero me admiro de la union que han demostrado nadie ha delatado a nadie y todos estaban dispuestos a pasar por el castigo...no me extraña que al final todo haya quedado en un susto.
Feliz fin de semana Angie.
Besos.
Son unos chicos y chicas estupendos, Bertha, además de trabajadores. Te puedo asegurar que hay días que me lo paso muy bien. En segundo curso todavía conseguimos que no traigan el móvil, por eso cuando a uno se le ocurrió, no solo traerlo a clase, sino que se oyera, se montó una buena.
EliminarHabía dos bandos, los que decían que los de al lado tenían que saberlo y los que no iban a hablar de ninguna manera aunque hubieran estado cerca. Pero nadie habló y a mí al día siguiente se me olvidó preguntar por el asunto.
Besos, Bertha.
Creo que has acertado al describirlo como un caso de histeria colectiva, Angie, aunque la que arrojó la primera piedra estimo que ha sido la profesora de lengua. Sin embargo, tengo un adolescente en casa, así que a esto de exagerar o hasta llegar a tergiversar los hechos, me encuentro bastante acostumbrada. Al final todos los adultos terminamos como terminaste tu: sin saber a ciencia cierta qué sucedió o cuál versión es la real. Intenta descansar de tanta histeria colectiva durante el fin de semana.
ResponderEliminarUn abrazo!
Fer
Fue muy interesante, Fer, porque algunos estaban realmente indigndos. Tan indignados que yo empecé a temer por el dueño del móvil, la cosa estaba subiendo tanto de tono que temía que se fuera a su casa muerto de miedo. Ellos exageraron pero vivieron una aventura que no se esperaban. Ya verás como el curso próximo suenan más móviles en clase. No saben vivir sin él, no desconectan y me parece lamentable.
EliminarBuen fin de semana para ti también, Fer.
Un beso.
Jaja ANGIE, la tendencia a la exageración e histerismo a esa edad son más que normales, de una bobadita se hace un mundo. Lo gracioso es ver al pobre jefe de estudios ( cualquier día lo matáis de un soponcio;-) que casi se come las escaleras para serenar sus pobre almas ante la crueldad que iba a desplegar la profe atacada por la vibración de un móvil:))
ResponderEliminarAunque si lo pensamos despacito, eso mismo nos pasa a los “supuestos” adultos mil veces siempre agonizando en un vaso de agua.
Una vez con 3 años llegó mi hija aterrorizada, desencajada y con todo tipo de aspavientos contando que en el patio la profe había tenido que matar a una serpiente que había aparecido en pleno recreo, a mi me sonó rarísimo y obviamente supuse que sería una culebrilla. Al cabo de unas semanas me encontré a su profe y le pregunté por la insólita cacería, me dijo partida de la risa que la cacería había sido de una pobre lombriz ;-)
Muchos besos ANGIE, feliz finde... lo has contado genial.
María, todo lo que esté relacionado con los padres puede ser motivo de histeria en los centros educativos y más ahora que tenemos que competir unos con otros.
ResponderEliminarPues claro, entiendo lo de tu hija, es que una lombriz cuando eres pequeño es como si vieses una pitón, y ver una pitón en el patio de la escuela es muy fuerte. Menos mal que la profe luchó a brazo partido contra el endemoniado bicho. Je, je.
Besos y feliz fin de semana (o lo que queda).
Pronto van a cambiar par refugiarse en su personal gruta interior y pondrán unos poderosos mastines a la puerta para que nadie ose pisarla. De repente los adultos serán el enemigo a batir y como en muchas ocasiones van a ser una muralla casi infranqueable arrojarán su frustración sobre los propios compañeros, los más infantiles, aquellos que son torpes en llegar al descreimiento y la crueldad adolescente en la conquista del yo.
ResponderEliminarSiento ser negativo, pero lo veo así.
Besos
Siento la tardanza en contestar, Dr. Krapp, son tiempos de líos.
EliminarSupongo que forma parte del proceso, la fuerza de unos no es la de otros. En esta clase todavía queda un margen pero el curso que viene la dinámica será otra. Es un grupo muy heterogéneo, con intereses muy diversos que aportan mucho al conjunto porque unos aprenden de otros. Y si le funcionara a uno lo del móvil, al día siguiente ya habría 10 con él.
Besos.
Mucha tranquilidad es lo que nos hace falta. Además en masa, los histeismos se multiplican por mil y no son capaces de pensar que todo tiene una solución aunque sea difícil encontrarla.
ResponderEliminarBesos
Josela
Bueno, Josela, yo creo que ellos no se lo pasaron nada mal. A mí me resultó muy curioso y no fue ningún drama, sencillamente algo que pasó y quedó en la simple anécdota.
EliminarBesos.
Es importante que cumplan las normas del centro y la prohibición del uso del móvil es imprescindible porque si no fuera así, ya sabes cómo estarían todos de enganchados durante las clases. Pero porque a uno que se le ha olvidado apagarlo le vibre, me parece exagerada la reacción de la profesora. A no ser que esa fuera la gota que colmó su vaso...
ResponderEliminarA mí me ha llamado la atención lo mismo que a Bertha... Esa unión y compañerismo que han demostrado. Eso es buena señal :D
Un beso, Angie
El móvil se está convirtiendo en un apéndice de cada alumno del que les resulta difícil separarse. Yo entiendo a la profesora, ella no quería que los demás siguieran el ejemplo y se puso sería. A día de hoy, todavía surte efecto pero si se hubiera hecho la sorda, que es lo que hacen otros, y es lo más fácl,igual al día siguiente no es solo uno el móvil que suena.
EliminarIncreíble, pero nadie dijo nada, ni ese día ni después. A mí se me olvidó y pasados unos días me acordé de repente y le pregunté a una alumna. Quien fuera buscó el momento para hablar con la profesora, ella le puso un parte y ahí se acabó la historia. No hay más asunto.
Besos.
Suena a tormenta en un vaso de agua. Casi todas las decisiones que se toman bajo el imperio del nerviosismo acostumbran a ser injustas.La profesora de Lengua perdió los papales. Ojalá todos los problemas que se plantean en los centros educativos fueran de "tamaña envergadura".
ResponderEliminarMe choca mucho, Angie, el hecho de que en tu IES, cuando ocurren incidencias de gravedad relativa se recurra tanto a la intervención del Jefe de Estudios o del mismo Director....
No tengo la menor duda de que los alumnos de 2º de ESO son majos, porque motivos no les faltaban para rebelarse contra una amenaza tan injusta.
Ya nos contarás si se acaba localizando o no al propietario del móvil.
Un abrazo, Angie
Quizás fui yo la que aporté tintes dramáticos a a la hora de contar lo ocurrido, pero tampoco faltaba el tono jocoso al hacerlo. La profesora es una mujer joven, con muchas ganas de trabajar, que se pone seria cuando cree que debe hacerlo y que igual a partir de ahora se lo piensa dos veces si vuelve a pasar por una situación parecida.
ResponderEliminar¿A ti no te ha pasado que intentas solucionar una situación y se va por unos derroteros inesperados? A mí muchas veces, hasta el punto de que no sé lo que va a pasar a continuación. Yo la entiendo perfectamente. Ella reconoció que igual se había pasado pero de ninguna manera era su intención cumplir lo que les dijo, era farol, solo quería solucionar el asunto. Si ellos deciden llevar el móvil a pesar de que está prohibido en el reglamento de Régimen Interior, y ejercen su derecho mantener el silencio sin delatar a quién lo ha hecho - lo cual me parece perfecto- la profesora estaba en su derecho de sancionar al que ha incumplido la norma, porque sabe que si no lo hace, los casos se mutiplican. Pero lo normal, y cada vez con más frecuencia, es mirar para otro lado y no complicarse la vida, se nos va la energía.
Los alumnos nunca hacen nada y así van contándolo en jefatura, así que después tienes que dar explicaciones, hay que contrastar versiones. El alumno está dejando de ser alumno para pasar a ser cliente, por eso se imponen las jornadas de puertas abiertas donde podemos vender nuestro centro a los posibles clientes. A los profesores se nos cuestiona cada vez más, nos fijamos más en la postura de la profesora y nos fijamos menos en el alumno que ha incumplido.
Jefatura de estudios cada vez delega más en el profesor para que solucione los problemas de disciplina, pero interviene cuando pueden llegar hasta allí los problemas. Hemos llegado al punto en que cada profesor debe ganarse el respeto de los alunnos -como si no se diera por sentado- y si no eres capaz el que falla eres tú. Somos nosotros los que con frecuencia vamos a jefatura a pedir explicaciones y de paso a pedir que se cumplan las sanciones, porque tienen que servir para algo.
En fin, todo forma parte de ser profe, hay días que no son nada bonitos y otros que son memorables.
Un beso.
Por supuesto que la profesora está en su derecho de sancionar a quien ha incumplido la norma, pero la amenaza al colectivo es injusta y osada. Los faroles hay que dejarlos para el mus o el póquer...
ResponderEliminarEn este caso opinamos sobre la profesora porque el culpable no aparece. Sin duda, es un cobarde insolidario por no asumir la responsabilida de su acto y permitir que puedan pagar justos por pecadores.
Más besos
Nada, Luis Antonio, si el colectivo calla que le caigan faroles, que la profesora no sabe de mus ni de póquer, pero si el río suena agua lleva, así que ni injustas ni osadas las amenazas, mucho morro tienen los niños ESOs. Hoy no he podido entrar en el programa para pasar lista porque no había Internet y he dicho en alto:" vaya, no tengo Internet" y alguien ha dicho: yo sí. Así que le he contestado: a ti... a ti procura que no te suene nada en los próximos 30 minutos y ya puedes aprobar el examen.
EliminarBesos.
Te diré más y termino. Creo que el culpable anónimo merece más sanción por su cobardía e insolidarida que por dejar sonar el móvil...
ResponderEliminarPues nada, le castigamos por todo eso también, Luis Antonio, total, de lo que nos sirve... Mira hoy, al comentario anterior te remito.
EliminarMás besos
Me gusta el nuevo diseño de tu bitácora. Es relajante. Las florecitas del anterior eran un pelín cursis... Ahora sí termino de verdad. Jajaja
ResponderEliminarLa florecistas eran bien monas, es que yo soy un pelín cursi. ya lo sabes,pero ya me he cansado del rosita, he cambiado colores para acercarme más a la madre tierra (me gusta más que la santa madre iglesia). De todas formas no están perdidas, cualquier día las repongo.
ResponderEliminarAh! Una cosita más, en el mundo virtual te ríes como mi hijo: jajaja.
Más besos. Je,je.
Me cae bien tu hijo. Nos reímos con la mejor de las vocales. No te fíes de los que se ríen así: jujuju....
EliminarA mí me caéis bien los dos. Yo me río jeje para que no me confundan. Los que se ríen jujuju me dan mucho miedo. ¡Uh! Parece el coco!.
EliminarHola Angie, que tal el segundo trimestre?
ResponderEliminarQue lejos quedan las vacaciones de Semana Santa estoy deseando:)
Besos feliz resto de semana.
Hola Bertha. En ello estamos, unos van mejor y otros peor. Todavía nos queda un poco para las vacaciones pero con el ejetreo que tenemos el tiempo vuela. Al menos ya tenemos el sol aquí.
ResponderEliminarUn beso y feliz fin de semana.
Estos móviles... la verdad es que a los profesores nos están dando pocas alegrías estos artilugios que son tan necesarios y útiles. Pero tan fuera de lugar en un aula.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Miguel, creo que hay que tomar conciencia de que la historia del móvil en los centros llegó para quedarse, así que habrá que alcanzar acuerdos para que podamos convivir con ellos sin que presenten demasiados problemas. Y es verdad que pueden ser muy útiles hasta desde una perspectiva educativa, el problema es esa necesidad que tienen los chavales de llevarlo, ya no solo por estar en contacto con quien sea sino porque el hecho de no tener móvil y que se vea les deja fuera de juego, les hace sentir que no están a la misma altura que los demás.
ResponderEliminarBesos.
Angie: Hoy te he dedicado una breve y divertida entrada en mi bitácora. Ya me contarás...
ResponderEliminarBesos
Gracias, Luis Antonio. Que disfrutes esas vacaciones que tenemos a la vuelta de la esquina.
EliminarBesos.
Por fín! ya llegaron las tan deseadas vacaciones de Semana Santa!
ResponderEliminarAngie, que las disfrutes aunque sea solo desconectando.
Un abrazo preciosa.
Ay, Bertha, estoy deseando ver el mar y descalzarme y andar por la arena, y comer torrijas. Pásalo bien y descansa todo lo que puedas. Gracias.
ResponderEliminarUn beso y un abrazo muy fuertes.