martes, 4 de enero de 2011

El reloj y la rosa


Las horas, los minutos, los segundos. El tiempo, el destiempo. La entrada anterior ya es agua pasada -water under the bridge. Porque no tiene sentido no la siento. Paso página.

Pasado y presente, día y noche, ayer y hoy. Relojes dictadores del tiempo, descontáis la vida paso a paso, palabra a palabra, uva a uva.

Relojes sin tiempo, siempre vigentes, siempre eternos, siempre pletóricos de las mismas horas inmaculadas. Adoro vuestras formas elegantes, adoro vuestra compañía imperativa, me revuelvo ante vuestra puntual tiranía.

La una, las dos -dices-, con ligeros movimientos de las agujas de tu corazón, un lazo malva, una flor. Tres, cuatro... sin prisa. Cinco, seis... sin pausa...


Es cierto que me apetecía pasar página. Buscando sin saber qué, encontré estas dos postales de la última década del siglo XVIII, a cuál más preciosa. O igual me era indiferente pasar página pero cuando las vi supe que las quería en mi blog, me apetecía tenerlas cerca para contemplarlas cuando quisiera. Son bellas en sí mismas y opuestas en cierta medida: el tiempo pone límites y las rosas los rompen para dejarse contemplar.

Heredé de mi tía el gusto por los relojes. Cuando quieres a alguien ese querer alcanza dimensiones más allá de la persona misma, como si al entender sus gustos descubrieras un poco más de ella y, como consecuencia, de ti mismo.

Hoy no tengo prisa, ni sueño, no estoy bajo la tiranía del tiempo. Hoy me quedo con la rosa.

¡¡Feliz 2011!!

7 comentarios:

  1. Es bueno pasar página, desde luego. Es imprescindible incluso, pero con las páginas leídas bien aprendidas... Que hayamos aprendido algo de ello. Eso es importante.
    Es cierto lo que dices en tu penúltimo párrafo.Cuando quieres a alguien tanto, intentas querer también sus gustos, sus manías, sus cosas en general... Así cuando las encuentras tienes un motivo más para pensar en esa persona. Es buscar más y más "excusas" (en el buen sentido de la palabra) para que esté el mayor tiempo posible en tu vida... A mí me pasa :D

    Un beso y feliz 2011, Angie.

    ResponderEliminar
  2. Siéntate aquí conmigo un ratito, Novicia, que hay tiempo, que tengo el reloj parado en las doce, no hay prisa. Además estamos solas. ¿qué te doy? ¿turrón? ¿una tacita de té? ¿un polvorón? ¿copita? Pide por esa boquita. ¡Mira que te sienta bien el hábito!

    ResponderEliminar
  3. El reloj es un complejo instrumento creado para una ridícula misión que jamás llega a culminar de modo complaciente; pues el tiempo no obedece a un curso constante: el tiempo corre y se para, se apresura, relentiza, eterniza unas veces y en otras es casi imperceptible por su paso vertiginoso. El tiempo es sensible y coqueto como es cruel y torturador. El tiempo es la medida de nuestro estado de ánmimo

    ResponderEliminar
  4. Has comenzado el año en plena forma, Angie. Me ha encantado lo que has escrito y hasta me has hecho ver a los relojes desde otra perspectiva más favorable. En pocas palabras, me ha seducido tu entrada.
    No me importaría compartir contigo y con Novicia ese instante mágico de la noche callada tomando un té y lo que se tercie, pero quizás me consideréis un intruso. Por si acaso, perdón por mi osadía.

    Besos con música de tic tac y aromas de rosas rojas

    ResponderEliminar
  5. Un té para mí, please :D. Con azucar, limón y unas pastitas. Puede ser???
    Thanks a lot, dear Angie

    ResponderEliminar
  6. Felíz Año Nuevo para tí, Fígaro. Gracias, pasaré a ver qué has escrito últimamente.

    Desastre, estoy de acuerdo contigo en que el tiempo es lo que es según nuestro estado de ánimo. Ojalá algunas veces pudiéramos detenerlo o alargarlo a capricho.

    Querido Luis Antonio, ya sabes que Novicia y yo, gustosas, te hacemos un hueco en la mesa camilla, la buena compañía nunca es osadía. Gracias por tu comentario tan halagador, para mí es de gran valor.
    Tómate otro té con Kisses.

    Novicia, ya sabes que en esta casa puedes servirte sola, help yourself, ponte todo eso que has dicho. Gracias por pasarte a por té, ¿eh?

    ResponderEliminar